No te confundas, ni
confundas al explotador con un campesino
Pinarejo, mi pueblo,
tiene la décima parte de habitantes que hace cuarenta años.
Cuando en Pinarejo se
pisaban los charcos y las botas de agua eran más una necesidad que un juguete,
cuando esos charcos se helaban y jugábamos, en nuestra inconsciencia, a romper
el hielo.
Cuando ver un coche en la
plaza o en la Carrera podía llegar a ser un acontecimiento digno de verse.
Cuando las mujeres iban a
la fuente a por agua y los hombres al pozo de la plaza a dar de beber agua
salobre a las mulas y borricos.
Cuando a los novios
forasteros de las mozas del pueblo se llevaban al pilón, terminando en fiesta
alrededor de un lebrillo de cuerva...
Cuando la dula era real y
no una palabra en peligro de extinción que nadie igual que ahora la vida joven
en los pueblos...
Cuando las gallinas
comían en el corral y nosotros, cuando hacíamos de vientre en el mismo, no
dejábamos ni rastro, porque las gallinas se habían comido nuestras heces, y
luego, qué buenos estaban aquellos huevos de corral.
Cuando el cura de los
capones nos pegaba cada uno que encendía lumbre y amenazaba a nuestros padres
si no íbamos a misa...
Cuando Paquillo, que nos
dejaba ver los tres mosqueteros en su bar, nos decía: «Chiquillos, que vienen
los guardias, cada uno a vuestra casa» y era verdad, les teníamos miedo a los
guardias y los chiquillos corríamos a escondernos a nuestras casas. Les teníamos
aún más miedo que al cura de los capones….
Cuando los guardias
robaban a la gente, los denunciaban y, si abrían la boca, les pegaban una
paliza...
Cuando obligaban a
cambiar el trigo por vales de harina y quien más ganaba, tampoco entonces era
el campesino, que diempre perdía, pero si protestaba o se quejaba, estaban los
guardias para repartir más hostias que el cura de los capones.
Cuando el pan se cocía en
el horno del callejón de la calle Nueva, amasado por las mujeres, y se guardaba
en escriños durante más de quince días... y era lol que más se comía "me
gusta mucho el queso, me como un pan con una uña de queso"...y siendo
verdad, el pan era lo que llevaba.
Cuando nos bañábamos en
una artesa de madera puesta al sol para que se calentase, o con unas cuantas
ollas de agua caliente y fría, de todos modos. Porque no entonces no salía el
agua del grifo, porque no había ni grifo…
Cuando comíamos los
potajes hechos a fuego lento en la lumbre, y muchas mañanas, por no decir la
mayoría, sobre todo en el invierno, gachas de harina de guijas o almortas, no
como un manjar exquisito ocasional, sino como algo necesario, por no haber otra
cosa..., a pesar de producir latirismo...
Cuando solo se comía
pollo en las grandes ocasiones...
Cuando nuestros padres
escuchaban la radio en silencio y con miedo, al sintonizar emisoras como Radio
España Independiente, pero era la única oportunidad de tener algo de
esperanza...
Cuando los más ladrones y
se llamaban a sí mismos, españoles de bien y patriotas… Igual que ahora se
autodenominan constitucionalistas.
Cuando la palabra
Libertad estaba tan solo en el escudo, y era la gran ausente entre quienes
vivían del sudor de su frente y no del sudor del de enfrente…
Cuando la leche en polvo
americana era la única leche que tomábamos, y el chocolate Josefillo era
nuestro preferido, porque no teníamos para comprar Nieto y lo comprobamos por
onzas sueltas…
Cuando íbamos con dos
reales a comprar sardinas en escabeche para el mojete, porque no teníamos
cuartos para comprar la lata entera...
Cuando Pablo el Correo
necesitaba descifrar las cartas que llegaban desde Ibiza, porque ni sabía
escribir bien el remitente ni leer el destinatario...
Cuando jugábamos en la
calle y ya teníamos callos en las manos de trabajar en el campo...
Cuando quienes peinamos
canas o tenemos la frente despejada éramos jóvenes...
Cuando el terrateniente
con contactos en el Ministerio plantaba manzanos en un secarral y cobraba más
subvenciones que si hubiesen echado manzanas…
Cuando el Ministerio
obligaba a los campesinos a sembrar remolacha azucarera y no sabían el precio
al que les pagarían la remolacha hasta un mes o dos después, les pagaban lo que
les daba la gana a porque las subvenciones estaban para quienes plantaban manzanos
que nunca daban manzanas…
Entonces como ahora, nada
tenían que ver los campesinos con los terratenientes, los primeros trabajaban,
los segundos parasitaban… Como ahora…
Cuando en Pinarejo había
gente y los de siempre, los que se llevaban las ayudas y robaban la harina
repartiendo leña, nos fueron tirando de nuestra tierra…
©Paco Arenas, sus libros
y relatos...
©Paco Arenas
Foto de la plaza de
Pinarejo, años sesenta, posiblemente el Domingo de Ramos