Cuando me llamó Mari Carmen Navarro, la alcaldesa de
Pinarejo, de mi pueblo, para ofrecerme dar el pregón, me entraron los nervios
hasta el punto que esa noche no pegué ojo.
¿Y Ahora que digo yo? Como no
podía dormir a las cuatro de la mañana me levanté y dejé que la añoranza y el
cariño por mi pueblo, fluyesen a través de mis dedos hasta el teclado. Pensé una vez escrito el texto, memorizarlo,
no me gusta leer cuando hablo en público, si criticó cuando presuntos
preparados necesitan leer hasta las comas, no es cuestión de que yo hiciese lo
mismo, de no ser para dar datos, así lo he hecho en las dos últimas
presentaciones, a pesar del riesgo que supone no leer ni una sola palabra; a pesar de todo, lo prefiero aunque meta la pata hasta el corvejón. No sé porque me siento mejor.
Sin embargo cuando me vi en el balcón del ayuntamiento de Pinarejo, ante mis
paisanos, me entraron unos nervios imposibles de dominar, así que terminé por
leer el pregón, escrito con el corazón, que así
quedó:
¡Buenas noches gentes de Pinarejo!
Muchas gracias
Mari Carmen por
darme la oportunidad
de dirigirme a
vosotros, espero ser capaz de mantenerme sereno, sin sufrir el
miedo escénico en vuestro pueblo, que es
el mío y que aunque he venido muy poco, todos los días de mi vida he tenido
presente en mi memoria y en mi corazón.
Cuando mucho nos
marchamos dejamos un pueblo con las calles llenas de barro, barro que se
metió en
nuestro corazón, bajo
nuestra piel. Ahora
tenemos un pueblo
con las calles asfaltadas, sin barro, que no le falta
de nada, hermosos parques,
consultorio médico, botica,
biblioteca, su tahona, que hace las mejores magdalenas del mundo, un pueblo
ideal para vivir tranquilo, sí, muy tranquilo, sin voces que te alteren la hora
de la siesta, ni atascos, sin colas, ni aglomeraciones..., sí, ideal para
vivir, pero sin gente o con muy poca gente. Qué
lejos queda aquel
Pinarejo bullicioso antaño,
con muchos chiquillos
y jóvenes corriendo por
sus calles, paseando
por la carrera
y por la
carretera, que llenaba
la iglesia, la
plaza, los cuatro bares que había
entonces y la discoteca que llevó primero Cándido y después Paquito.
Aquel Pinarejo lleno de vida con tiendas en las que
encontrabas de todo, desde unas sardinas en escabeche vendidas por unidades
para el mojete, hasta unas abarcas o calcetas , si contamos el estanco de Olegario y el
comercio de Manuel Illan, cinco y seis con la carnicería de Heliodoro y siete
con la que más tarde montó su hermano José Antonio, ahora queda una
donde Francisco Culebras tiene de
todo, y
hasta no hace tantos años “culebras
comestibles” ponía en el tiket de la compra.
Al lado del comercio de Manuel
Illán, estaba el cine, porque
Pinarejo también tenía su cine.
Teníamos hasta nuestra
propia fábrica de
gaseosas de José
María Musiquillas. También
nuestra propia yesería,
que llevaban los malaños, había modistas, sastres, peluqueras, zapatero
y barbero, había gente.
Éramos tantos y
tantos animales que había dos herrerías de forja, la de Cándido y la de Martín
el Herrero con gigantescas fraguas que impresionaba verlas, una tercera en la calle las Cruces, donde se
herraban a los animales de cuatro patas. Éramos tantos que teníamos tahona y un
horno en la calle Nueva, donde cada quince días iban nuestras madres a hacer su
propio pan que guardaban en escriños, y
en el mismo callejón de la calle las Cruces, se canjeaban vales a cambio de
panes. Teníamos nuestro carpintero,
Dimas, que lo mismo te hacía
una silla que
te preparaba el
traje de pino a medida.
Enfrente de Dimas vivía una
persona muy entrañable para mí, Antonio el taxista, que aunque no era
pinarejero de nacimiento, era pinarejero como el que más, y que tal día como
mañana, en una fecha tan señalada como es para nosotros el 11 de
septiembre en Requena realizó su último
viaje. Había una posada
con un patio
inmenso, que en
épocas de caza
se ponía a
rebosar y los chiquillos íbamos a ver las liebres,
codornices y hasta algún jabalí en el suelo con los cazadores retratándose. Claro,
porque a Pinarejo
no venía el fotógrafo
sino el retratista
y entonces nuestras madres nos
peinaban para posar como modelos.
Chiquillos éramos
ciento y la
madre, había una
escuela de párvulos
a cargo de
doña Maruja, una de chiquillos y
una de chiquillas, a cargo de don José y su esposa doña Pía, y para quienes
escribían con los
arados mientras cambiaban
los dientes, que
entonces eran muchos,
estaba Gregoriete para enseñarles
las cuatro reglas
y para modernizar
y crear riqueza
en el pueblo, recuerdo la cooperativa de champiñón
que tanto ayudo al pueblo y que perforó medio campo de cuevas dignas de la
antigua Roma. Decir al respecto que Los
manuscritos de Teresa Panza no solo
es un homenaje a nuestro pueblo, a la
Mancha, al más ingenioso de los libros jamás escritos, El ingenioso
hidalgo don Quijote de la Mancha, es también un grito reivindicativo del
derecho a la educación y la cultura de todos, por encima de clases sociales,
credos, raza o sexo.
Por tanto os pido un
aplauso para todos nuestros maestros, porque sin ellos esa labor no se podría llevar a cabo
. Entonces pisábamos
los charcos, rompíamos el hielo, íbamos a comprar esos polos que hacían Pablo,
el Correo, ese cartero capaz de descifrar las letras de aquellos que habían
tenido como escuela los surcos y el arado.
Nos apedreábamos si era preciso, las calles era bulliciosas hasta en la
hora de la siesta, los bares en días de
toros o de futbol se ponían a rebosar y los jóvenes y menos jóvenes bailábamos al son que tocaban los
acordeonistas de Pinarejo, Félix, Polín
y el más
famoso, que de tan famoso que era tenía nombre artístico nadie
sabía que se
llamaba Domingo Gómez, y
todos le llamábamos
José María “Musiquillas” y
aunque los más
jóvenes no lo creáis,
teníamos nuestro “feisbus”
y nuestros “sálvame de lux”, en las puertas de las casas y además sin
perfiles falsos.
Ahora tenemos un pueblo precioso, pero falta lo más
esencial, gente. Hoy aquí estáis muchos
escuchando a este desertor del arado, al que habéis tenido a bien hacer
pregonero en el día de hoy para dar el pregón en vuestras fiestas, sabiendo que
para mí es un reto muy difícil, porque no
tengo ni aspiro
a tener la
maestría de aquellos pregoneros de
antaño, como Gregorio,
Pitune, Sixto, Guadalupe y Brigido,
que de esquina en esquina recorrían el pueblo tocando la trompeta y
pregonando lo que
fuese menester desde edictos u órdenes
del alcalde a si había “vedreao” o si ese día había pescado fresco en la plaza
o cualquier otra cosa novedosa o no.
Hoy es
preciso también pregonar
el nombre de nuestro pueblo y gracias a Los manuscritos de Teresa Panza,
el nombre de Pinarejo ha llegado a
Argentina, a Puerto
Rico, a Francia y seguro que llegará
a más sitios
en el futuro. Aprovechando para
decir, que si
bien Los manuscritos
de Teresa Panza,
es la primera
novela ambientada en Pinarejo, antes que yo otros pinarejeros
escribieron su nombre en las páginas de
un libro: Agustina Bermejo, Ángel
Mota López, su
hermana Mercedes y
mi buen amigo
José Vicente Navarro Rubio, para
mí, el mejor cronista de Pinarejo. Me rindo ante ellos y os pido un aplauso
para ellos.
Sí, hoy
tenemos un pueblo
precioso y estamos
aquí, no para
añorar el pasado
que con sus cosas malas y buenas fue el que fue, sino
para pensar en el futuro, soñemos y esperemos que esté lleno
de esperanza, prosperidad
y libertad, dónde
nuestros jóvenes tengan
un futuro laboral asegurado sin necesidad de exiliarse, donde
todos tengamos trabajo y nuestros
mayores puedan afrontar
el final de
su vida laboral
con la dignidad que merecen, y
Castilla nuestra tierra, la Mancha y
España entera, sean
un ejemplo ante el mundo de
honradez de sus políticos, un lugar
donde impere la justicia y libertad.
Hoy comienzan las
fiestas de Pinarejo,
así que ahora en
homenaje a nuestros
pregoneros de antaño:
SE HACE SABER
POR ORDEN DE
LA SEÑORA ALCALDESA
QUE QUEDAN INAGURADAS LAS FIESTAS DE PINAREJO EN HONOR A SANTA
AGUEDA.
¡Viva Pinarejo! ¡Viva
Santa Águeda! ¡Chorra que es nuestra!
Y por último: ¡Viva
la madre que os parió y el padre que os engendró!
Aprovechando que estaba en el balcón me hubiese gustado dar
otro “viva” , que espero que llegué pronto.
Entrañable tu "pregón", Paco. Seguro que llegaste al corazón de los pinarejeros que estuviesen en la plaza esa noche. Tuviste el acierto de mencionar a los que ya no están, y ya sabes, mientras sigamos recordando a los que ya se fueron, es como si no hubieran muerto porque siguen viviendo en nosotros. Con tus palabras me parecía estar oyendo a mis padres, a mis tíos, a mis abuelos y por eso me conmovieron. Gracias.
ResponderEliminarGracias Josephine, para mí están y estarán siempre presentes, lo que me está ocurriendo desde que comenzó el mes parece un sueño del que me da miedo despertar.
EliminarAcabo de leer tu discurso.Me alegro de que fueras tu el elegido. Te lo merecías: Gracias por tu cita, a mi persona. Ya todo pasado lo recordarás durante mucho tiempo: De verdad que el discurso es muy emotivo
ResponderEliminarAtentamente tu amigo: Jose Vicente Navarro Rubio
Amigo José Vicente, sabes de mi admiración por ti. Y que cuanto digo de ti es porque así lo creo y lo siento.
EliminarGracias.