La “Guerra de las Comunidades” fue una notable sublevación
armada, protagonizada por los llamados “Comuneros(as)”, llevada a cabo entre
los años 1420 y 1422, con la derrota total de las fuerzas rebeldes.
Su escenario fue el corazón del Reino de Castilla,
“unificado” con el Reino de Aragón, en 1479 (aunque más bien esta “unificación”
no fue más que la absorción de la corona de Aragón y sus dominios por la Corona
Castellana, que no se consolidó sino hasta la entronización de Carlos I de
Habsburgo, Carolus V del Sacro Imperio Germánico, Rey de España (1516-1556),
resistida violentamente en todo el territorio español.
No hay acuerdo entre los(as) historiadores(as) acerca de las
verdadera descripción de esta rebelión, y su desarrollo, por lo que se barajan
varias hipótesis:
1.- Fue sólo una gran sublevación anti-feudal, contra los
Señores locales que aún sobrevivían del Sistema Feudal.
2.- Fue una de las primeras revoluciones burguesas en
territorio español, hasta consolidarse en las ideas republicanas.
3.- Fue una violenta reacción contra la consolidación del
naciente Absolutismo y su aparato burocrático administrativo, vale decir, una
lucha anti-fiscal y anti-nacional, en defensa del “localismo”.
Ante esta aparente contradicción incomprensible, sólo cabe
analizar los hecho bajo la óptica de la “Lucha de Clases”, en la que los
sectores populares más postergados se sumaron lealmente a la Burguesía.:
España, dominada durante casi ocho siglos por el Islam,
dividida en muchos reinos y señoríos rivales, no tuvo tempo de desarrollar una
Burguesía lo suficientemente fuerte como para derrotar al Feudalismo y tomar el
poder, como ocurrió en Italia, en Suiza y en Flandes. Las diferentes monarquías
españolas contaron con el apoyo popular, al ser consideradas baluartes contra
la ocupación islámica; sin embargo, pa unificación de estos reinos bajo una
sola corona, no fue del todo obra de la Burguesía.
En España, la débil Burguesía tampoco buscó la creación y
respaldo de un gobierno monárquico que la ayudase a derrotar el Feudalismo,
como en Francia, Inglaterra o los principados alemanes. El régimen absolutista
de los “Reyes Católicos” significó el sometimiento total de las Islas Canarias
(antesala del continente americano), la derrota del Reino de Granada, la
expulsión de judíos y musulmanes (que controlaban la producción artesanal y
micro-industrial) y la colonización de América.
La “Riqueza Fácil” lograda tras el saqueo de ciudades,
palacios y templos de las civilizaciones pre-colombinas, significó una
inundación de oro a Europa, con la quiebra de los mercados de las ciudades
italianas, suizas y flamencas, que fueron arrastradas a la ruina. Por otro
lado, las clases acomodadas españolas preferían adquirir lujosos bienes de consumo,
provenientes de otros países, a la inversión de recursos para la producción
nacional, que había sufrido una enorme baja, tras la expulsión de judíos y
musulmanes.
La población rural masculina optó por enrolarse en las filas
de los colonizadores de América o de las frecuentes guerras en el Mediterráneo
contra rivales comerciales y el Imperio Otomano a cultivar trabajosamente los
campos. Las plagas y malas cosechas de los primeros años de siglo XV, las
epidemias, pestes y otras enfermedades que llegaron junto a ellas, habían
provocado una fuerte emigración hacia los núcleos urbanos: a esto se suma el
aumento de las cargas tributarias y la pésima administración de la reina Juana
la Loca, quien rompió el equilibrio económico logrado bajo los Reyes Católicos,
llevando a España a la crisis.
En octubre de 1517, el rey Carlos I llegó a Asturias,
proveniente de Flandes, donde se había autoproclamado rey de sus posesiones
hispánicas en 1516, para ser oficialmente proclamado “Príncipe de Asturias” y
reclamar la corona, por ser nieto varón de los “Reyes Católicos”.
Cuando fue proclamado en las Cortes de Valladolid de 1518,
no sabía hablar castellano y debió valerse de intérpretes. Trajo consigo un
gran número de nobles y clérigos flamencos como Corte, lo que produjo recelos
entre las élites sociales castellanas, que sintieron que su advenimiento les
acarrearía una pérdida de poder y estatus social (la situación era inédita
históricamente). Este descontento fue transmitiéndose a las capas populares y
al Bajo Clero Como primera protesta pública, fueron apareciendo panfletos en
las iglesias donde podía leerse esta estrofilla:
“Tú, tierra de Castilla,
muy desgraciada y maldita,
eres al sufrir que un tan noble reino
como eres, sea gobernado por quiene
s no te tienen amor.”
Al fallecer el emperador del Sacro ]imperio Germánico,
Maximiliano I, Carlos I fue elegido sucesor de su abuelo paterno, el 26 de
Octubre de 1520. Hecho que precipitó la rebelión. Ésta se inició y terminó en
Toledo, donde continuó después de la derrota en la Batalla de Villalar.
Es importante hacer notar que fue la primera vez en España
que milicias comunales lograron derrotar a los “caballeros” (símbolo del poder
feudal), debiendo intervenir las poderosas fuerzas imperiales para doblegarlas.
Foto: “Los comuneros de Castilla”, que representa el cruel
ajusticiamiento por decapitación, de los capitanes comuneros en Villalar el 24
de abril de 1521, obra de gran formato del pintor Antonio Gisbert
Pérez(1834–1901), pintada el año 1860. Su nombre original es “Los comuneros
Padilla, Bravo y Maldonado en el patíbulo”, ganadora de la Primera Medalla en
la Exposición Nacional de Bellas Artes de España, Museo del Prado
No hay comentarios:
Publicar un comentario