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Yo, con trece años. |
Dedicado a quienes
cambiamos los dientes en la besana, en la obra, subiendo maletas en hoteles o
en cualquier trabajo infantil.
Sí, nosotros somos
quienes decimos haiga, en lugar de haya, que no sabemos que haya es haber, o un
árbol y allá es el lugar dónde queremos ir. Quienes escribimos amor con h. que
tal vez, cuando haber deberíamos poner a ver, y al revés, o incluso escribimos
haver. Que tal vez no distinguimos, hay, de ay, ahí. Y así una interminable
lista de faltas ortográficas, que la gente instruida y con una amplia vida
académica, no tienen o al menos no deberían tener. Porque eso es harina de otro
costal, quienes han tenido la oportunidad de estudiar, quienes han estudiado y
escriben cabal con k, esos es otra cosa.
Ya sé, que a quienes
más o menos nos defendemos con la ortografía, (yo voy aprendiendo sobre la
marcha), puede hacernos daño leer "te hamo mas que el toro a la baca vajo
la luna de Balencia i anque caigan rallos y centellas ansio darte avio, haya en
la plalla de la Malbarrosa". Sin embargo pienso que nunca debemos afear a
quien debe buscar las letras en el teclado, a quien sabe su verdad y escribe
berdad , a quien no sabe si es fácil o facíl. Por favor, no se lo hagamos más
difícil.
Yo, como otros muchos
de mi generación, apenas fui a la escuela. Comencé con casi seis años. Recién
cumplidos los ocho, cuando mi familia me llevó a Ibiza, estuve un año sin ir a
la escuela. No me cogieron, ni a mí ni a otros muchos emigrantes, como mi amigo
Paco o Antonio. Íbamos una hora al día a las clases que daba un maestro albino
de apellido Mañanet; pero, no a la escuela, dábamos los "números" y
poco más.
En las escuelas
nacionales no había plaza para los muchos emigrantes que llegábamos casi en
masa a la isla. Al final mi madre sobornó con un queso manchego al director, y
pude entrar en la escuela de San Antonio. Eran clases masificadas de casi 50
alumnos, yo entre con el número 43. Aunque comencé tarde la escuela, la terminé
pronto, con once años ya trabajaba repartiendo propaganda, estampando
camisetas, en una pista de Scaletrix. Y con trece, me puse a trabajar en serio.
Realizaba jornadas de doce a catorce horas diarias los siete días de la semana,
subiendo maletas en un hotel Excélsior por 3000 pesetas al mes (18 euros).
Cuando salí de la
escuela, mis faltas ortográficas eran mayores que la catedral mocha de Cuenca.
Por suerte tenía un vicio: la lectura, era, es y será mi mayor adicción. Tal
vez, digo yo, que, porque era apocado, recogido, tímido, corto y todos sus
sinónimos, y a la vez un rebelde que todavía llevo dentro y que me da fuerzas
para todos los días intentar aprender un poco más...
Me cabrea
cuando se burlan, algunos que han tenido la suerte de estudiar de aquellos que
en diez palabras escriben doce con falta de ortografía. Les pido a esos que se
burlan que se pongan en su lugar, que piensen en el motivo por el cual esa
persona escribe con faltas ortográficas, que no le afeen, lo que no es una mala
conducta, sino consecuencia de no haber tenido acceso a la educación adecuada.
Y a
vosotros amigos, que, como yo, no fuisteis a la escuela, teníais callos en las
manos antes de cambiar los dientes, os digo: Nunca dejéis de decir lo que
pensáis por miedo a las faltas de ortografía. Lo importante es la palabra, no
tenemos la culpa de no haber ido a la escuela lo que debiéramos haber ido. Que
nadie calle vuestra voz, que quien nos quiera entender, os entenderá. Pero
también, que en la medida que podáis intentéis enmendar esa carencia cultural,
porque la practica hace al maestro y todavía podéis enseñar muchas cosas a los
ilustrados pretenciosos.
Hoy escribo
hasta libros, sin embargo, todavía tengo dudas en dónde poner algún acento o
tilde, en si toca punto o punto y coma... Voy aprendiendo sobre la
marcha, pongo interés y admiro a todos aquellos que saben mucho más que yo, a
esos profesores que saben que soy un ignorante aplicado, que procura
aprender. Agradezco cuando me dicen que hago o escribo alguna cosa mal,
porque así aprendo. Porque como dijo Muñoz Alonso, rector de la Universidad
Complutense a José Solís Ruiz, ministro franquista natural de Cabra, que le
discutía al rector que él consideraba el latín como algo inútil, a lo que
respondió el profesor:
—Por de
pronto, señor ministro, para que, a Su Señoría, que ha nacido en Cabra, le
llamen egabrense y no otra cosa”.
A ministro
pueden llegar gentes tan ineptas como Wert, o el actual ministro de educación
que lo primero que mando quitar de su despacho fue el retrato de Unamuno.
“Maestro” deriva de “magister” y este, a su vez, del adjetivo “magis” que
significa “más” o “más que”. El magister lo podríamos definir como el que
destaca o está por encima del resto por sus conocimientos y habilidades.
Mientras que “ministro”, deriva de “minister” y éste, a su vez, del adjetivo
“minus” que significa “menos” o “menos que”. El minister era el sirviente o el
subordinado que apenas tenía habilidades o conocimientos. Como algunos de
nuestros ministros, bueno, algunos demuestran gran habilidad para la
cleptomanía. Por tanto adoro y admiro a los maestros, y considero que todos
debemos defender el derecho a la educación de calidad, pública y gratuita para
todos, como el más sagrado de los derechos.
©Paco Arenas
Toda la razón.
ResponderEliminarLos que escriben con faltas sin tener cultura están eximidos de culpa. Los que poseen la cultura y escriben mal, esos no tienen perdón.
Abrazos
Tu caso es admirable y debería ser ejemplo para muchos con títulos universitarios que creen saber demasiado. La sabiduría está en la búsqueda del conocimiento y en seguir avanzando siempre. Deberías difundir tu historia en colegios o institutos donde lamentablemente hay en España hoy en día muchos jóvenes que no valoran esas oportunidades de que tú careciste.
EliminarGracias María Nieves. Soy consciente de mis limitaciones, que son muchas. En ocasiones pienso eso que me dices. Tal vez sea un bicho raro, nadie sabe más de la cuenta, como dijo el sabio: Cuanto más sé, más consciente soy de ignorar más de lo que creo saber. Ante todo debemos intentar que esas oportunidades existan para todos. El conformase o el buscar conocimientos, ya es cuestión de cada cual, o como en mi caso de ser un cabezón.
EliminarFrancisco. quienes no tuvimos o no tuvieron acceso a la cultura estamos eximidos de culpa, pero debemos intentar adquirir esos conocimientos, debemos intentar escribir lo mejor posible, aunque solo sea por tozudez y amor propio. Un abrazo
EliminarNada que decir Paco. Respeto por todos los que por desgracia no pudistéis instruiros, entre otros mi padre. Qué escribía como un niño pequeño y juntando las palabras, pero de tonto poco.Yo no me avergüenzo de eso,al contrario. Ánimo Paco! Eres grande
ResponderEliminarNuria, como tu padre, mis padres, e incluso alguno de mis hermanos. Por tanto nunca me burlaré de aquel que cambie b por v , porque las cosas más importantes me las enseñaros dos analfabetos como fueron mis padres. Y bien orgulloso que me siento de ello. No sé si este escrito servirá para que aquellos que se ríen de las faltas ortográficas tomen conciencia o no, pero al menos que sepan, que no todos hemos podido ir a la escuela, al instituto o la Universidad, que algunos ya trabajábamos de sol a sol cuando estábamos cambiando los dientes y que por tanto merecen el máximo respeto. Qué nadie les calle la voz. Un fuerte abrazo, amiga y compañera de lucha.
EliminarTotalmente de acuerdo con tu tesis, desde que uno nace no dejamos de aprender todos los días cosa nuevas o hacer las cosa bien cuando ante las hacíamos mal por ignorancia o por no saber.
ResponderEliminarYo soy de los que digo que nadie nace aprendido, ni mor mucho título que tenga siempre hay alguien que le puede enseñar algo aunque no tenga títulos académicos, Doctorados o Master porque la escuela de la vida también enseña y la experiencia es la madre de la ciencia.
Un saludo o en mi lengua unha aperta Paco.
Todas las personas nos pueden enseñar algo, y las cosas más importantes, hasta los animales. Un abrazo o en tu lengua: Unha aperta
EliminarYo creo que no hay escusa que valga. Se ha e intentar escribir sin faltas de ortografía. Pero lo cierto es que errores los cometemos todos.
ResponderEliminarEsto se resuelve repasando de vez en cuando el DRAE.Que el saber no ocupa lugar.
Además con estos automatismos de los correctores ortográficos de los teclados informáticos te acabas haciendo un lío.Mejor equivocarse como humano y no como cibercenutrio
Saludos cordiales.
Los de mi generación, en España, y más en el medio rural, no se nos facilitó el acceso a la educación, al contrario. Yo decidí instruirme, leer y escribir, como una forma de rebeldía y lucha contra la injusticia. Después de trabajar de sol a sol, leía y me quedaba durmiendo leyendo. Hay que tener mucha fuerza de voluntad para hacer eso.
EliminarY por supuesto que debemos intentarlo.
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