Enfrentarse a un folio en blanco, después de varios días sin
escribir siempre es un reto difícil de superar.
Durante estos días se me han
ocurrido diversas historias de todo tipo.
Ideas que en el momento de concebirlas me han parecido geniales. Algo
imposible, cuando no soy un genio, ni tan siquiera un aprendiz de genio.
He visto claro las contradicciones de los
tiranos que nos gobiernan, tan claras que pensé que sería capaz de hacer ver a
mis semejantes esa misma claridad. Algo absurdo por otra parte cuando ni yo
mismo me aclaro.
Esa acción cotidiana de ponerse frente al inmaculado folio,
que ensuciamos sin contemplación,
una y otra vez, que violamos a nuestro antojo, en el que expresamos, o al
menos lo intentamos, nuestras ideas y contradicciones , nuestro concepto de la
belleza, del amor o de la convivencia, nuestras ansias de libertad, de
justicia, de solidaridad. Enfrentarse a un folio en blanco puede llegar a convertirse en un muro infranqueable, cuando las ideas intentan todas salir al mismo tiempo, cuando quieres hablar de
la cumbre de Bilbao, de las genuflexiones vergonzantes de los corruptos
representantes del podrido Reino de España, ante la representante del esa
organización diabólica que es el FMI. La
actitud babeante de esas personas sin dignidad ante Christine Lagarta.
Pero también quería haber sido capaz de escribir sobre las
marchas de la dignidad, marchas que buscan en contraposición con los bacines de
Bilbao, recuperar la dignidad nacional, la dignidad como pueblo, como
trabajadores. Marchas que desde todos
los puntos de España inundaran como una gran marea la capital que pronto, si
recuperamos la dignidad arrebatada, será la capital de la Tercera República Española,
donde se acaba con la corrupción, donde desde la ética se construya un Estado
laico al servicio de los ciudadanos… Y
los corruptos vayan a la cárcel, con independencia del partido o la institución
a la que pertenezcan, donde los fiscales no puedan ejercer de abogados defensores
y nadie se inviolable.
Pero esas ideas prolíficas cuando estaba lejos de ese folio
en blanco, se encuentran en un embudo, atascadas, sin ser capaces de salir a
través de mis torpes dedos. Incluso pensé
en intentar escribir una poesía, sabiendo que lo que yo escribo está muy lejos
de merecer ese calificativo, como dice un amigo, lo que yo escribo, lo que
escribe muchos que se llaman así mismos poetas, son “proesías”. Así que no puedo decir que me hayan
abandonado las musas, que nunca me visitaron.
También, dije, voy a escribir sobre el jueves Lardero de
Pinarejo, que Polín ha retratado tan bien con su cámara. Pero nunca he vivido un jueves lardero, en
fin , que al final, sin ser capaz de escribir nada, he terminado por ensuciar
de todos modos este folio en blanco.
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