La Mancha posiblemente sea la
comarca más conocida no solo de Castilla, sino también de España, de Europa, incluso
de todo el mundo. ¿Por sus castillos? ¿Sus gigantes? Perdón molinos, ¿su
gastronomía o sus vinos…?
¡No!
Por un libro que ha sido traducido
al árabe, al hindú, al ruso y a todas las lenguas y dialectos conocidos del
mundo. Un libro escrito por Miguel de Cervantes. Con dos personajes principales, don Quijote y
Sancho… ¿personajes o personas?
Los dos más ilustres manchegos, ¿no
existieron? ¿Fueron producto de la fantasía
de un gran genio? ¿O como dice recoge la tradición oral manchega fueron
personajes, o mejor dicho personas de carne y hueso?
En 1515 se publica la segunda parte
del Quijote, ese mismo año, una jovencísima muchacha manchega de nombre Teresa
Panza, comenzaba a escribir el primero de sus manuscritos.
Iniciando de esta manera:
“Año del Señor de 1615.
Es menester mentar que con esta
son tres las veces que he intentado escribir lo que a continuación acontece en
este apartado lugar de La Mancha, la primera hace ya ocho años recién casada
con mi santo esposo, que Dios tenga en su gloria, Andresico Quesada, la segunda
hace justamente un año, cuando prematuramente enviude de mi amado esposo, en
ambas ocasiones tinta y papel sirvieron para encender la lumbre. En estas
amargas horas, fallecidos también mis amados padres, he tomado la decisión de
comenzar de nuevo, sabiendo de antemano que lo más cierto es que terminen estos
torcidos surcos, al igual que los pretéritos siendo pasto del fuego purificador
de mi chimenea, aunque todavía no he perdido la esperanza de que mi admirado
Cide Hamete Benengeli llegue a leerlos.
Escribo desde esta aldea perdida de la mano de Dios que llaman El
Pinarejo y anteriormente Pinar Vejo. Cumpliendo la promesa realizada al señor
Cide Hamete Benengeli por su humilde servidora: Teresa Panza, sí, Teresa Panza,
que no la mentada en libros Sancha Panza, que fue mi hermana, que Dios tenga en
su gloria y Satanás condené a quien le engañó llevándola a un viaje a las
Indias, prometiéndole matrimonio y entregándola como manceba a la tripulación
del bajel, referencias llegaron para pena de mis señores padres, mi hermano y
mía, que nunca llegó a pisar las Indias, ultrajada se lanzó a las aguas del mar
Océano. Sancho fue mi padre, Sanchico mi hermano y Teresa Cascajo mi madre. A
buen seguro, gentes habrá que lo pongan en cuestión, mas yo estoy dispuesta a
deshacer entuertos y sacar a quien lo dudase de la confusión,…”
La tradición oral manchega siempre
ha tenido por cierto que Don Quijote y Sancho fueron personas reales, y no solo
fruto de la genial inventiva de Miguel de Cervantes. La casualidad provoca el
hallazgo en el interior de una cueva de un baúl, en cuyo interior se encuentran
unos manuscritos, una capa, una virgen de mármol del tamaño de un cencerro y
una bacía oxidada de barbero. Estos manuscritos están escritos por Teresa
Panza. Sí, por Teresa Panza, la hija de Sancho Panza, campesino manchego
reconvertido en escudero por don Alonso Quijano. Teresa cuando conoce al autor
del Quijote tiene poco más de dieciséis años, y apenas sabe leer, porque según
el bachiller Carrasco: las mujeres no lo necesitan.
Un Miguel de Cervantes a punto de cumplir los sesenta, se cruza en el camino de la joven. Él es quien le enseña, no solo a leer ,sino también escribir y pensar como mujer y persona.
Un Miguel de Cervantes a punto de cumplir los sesenta, se cruza en el camino de la joven. Él es quien le enseña, no solo a leer ,sino también escribir y pensar como mujer y persona.
Una aventura plasmada de sentido
del humor, frescura, erotismo y cierta crítica social, que podría llegar a
calificarse como feminista. Los manuscritos están redactados por Teresa Panza,
el primero por una jovencísima muchacha campesina, mientras que el segundo esa
misma Teresa Panza, ya anciana y bastante más culta. Todo ello, sin perder la frescura y humor del primer manuscrito; pero desengañada por los reveses de
la vida. En ambos se encarga de demostrar con claridad la existencia real de don Quijote, y por supuesto de su propio padre, Sancho Panza.
Página de Facebook de Los manuscritos de Teresa Panza
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