miércoles, 5 de septiembre de 2018

Billetes de miles de liras hasta en los calcetines (Viaje a Italia-Siena agosto de 1989)


Siena


Siena fue una de nuestras últimas etapas en tierras italianas, a ella llegamos directamente desde Roma, montando nuestra tienda de campaña en el campello Colleverde.

 En aquellos tiempos (1989) no resultaba muy habitual llevar tarjetas de crédito, tampoco las cogían en muchos establecimientos, y se hablaba de ellas como un peligro para el bolsillo, una forma de pago poco segura; aunque, yo ya tenía una, que por supuesto prefería no usar salvo en los peajes de las autopistas. La solución, en nuestro caso, fue cambiar divisas en España por francos franceses y liras italianas, tras hacer una previsión de gastos, que siempre te quedas corto, Italia era y es mucho más cara que España, y Francia no digamos.  Lo cierto es que al llegar a Siena no nos quedaba ni una sola lira, pero sí 20.000 pesetas en dos billetes 10.000 pesetas, con el rostro de quien más cara tiene de todos aquellos que vivimos en este país. 


Hoy, gracias a internet, habríamos estado al tanto de las fechas, entonces nos encontramos con la sorpresa. Llegamos el mismo día en el que terminaba la famosa fiesta del Palio, y lo primero que hicimos fue buscar un banco donde cambiar las pesetas por liras italianas.  El primero que encontramos fue uno en la Piazza del Campo, es decir en la Piazza del Palio di Siena, siendo el banco el Monte dei Paschi di Siena*, el banco más antiguo del mundo, fundado en 1472, aunque hasta hoy no lo sabía.  

Torre Mangia en la  Piazza del Palio di Siena

En la plaza, todavía, podían verse jóvenes engalanados con las vestimentas medievales y banderolas agitadas al viento con destreza; al mismo tiempo,  que tenderetes de pañuelos con los emblemas de las diversas cofradías. Subimos la escalinata que nos llevaba a la oficina bancaria. Nos dirigimos  directamente a una de las ventanillas, donde sacamos los dos billetes de dos mil duros y se los entregamos al bancario, para cambiarlos por liras. Supongo que aquel hombre quiso reírse un poco de nosotros, y en lugar de darnos billetes de 50.000 liras, o al menos de 10.000 liras, nos dio todo el cambio en billetes de 2000 liras, y de 1000 liras, con lo cual nos encontramos con más de 232. 744 liras italianas en billetes de gran tamaño (los de mil liras eran del mismo tamaño que los de mil pesetas); aunque, tenían un valor aproximado a 85 pesetas, con lo cual nos encontramos en nuestras manos con más de cien billetes de liras, sin saber muy bien dónde meterlos. Imposible en la cartera, en los bolsillos abultaban mucho. Repartimos buenamente, como pudimos, nuestro inesperado tesoro.  Como aquel día de agosto salió un poco fresco llevaba hasta calcetines como si fuera un turista británico, y una parte lo metí en los calcetines. Nunca en mi vida he llevado tal cantidad de billetes encima, y con tan poco valor.
1000 liras italianas equivalían a unas 85 pesetas(50 céntimos de euro), entonces aproximadamente el valor de una cerveza.

Después, aprovechando que había mercado de productos típicos, compramos queso parmesano y algún embutido típico. Cuando salimos del mercado ya nos habíamos gastado, al menos, la mitad del dinero. Tristemente, ese mercado agrario típico ya no existe. 

Impresionante fachada de la Catedral

Yo que soy muy de pueblo y muy manchego, llevaba, por entonces, siempre una navaja pequeña encima, para cortar el pan y el embutido. Nunca comía bocadillo. Nos subimos a la parte de las bancadas, que todavía estaban para ver el espectáculo, ya sin espectadores, y allí saqué mi navaja, pan, un buen trozo de salami, queso y cerveza. Una turista alemana, que se encontraba a dos metros de donde nos sentamos, al verme con la navaja, salió corriendo bancadas abajo, mirándome con recelo.  Así, que para evitar malentendidos con los carabineros, me guardé la navaja, que tampoco la necesitaba, tenía buenos dientes y con veintinueve años, mejores ganas.  

Siena, posiblemente, sea una de las más bellas ciudades de la Toscana, y a la vez más desconocida, eclipsada por Florencia, a pesar de haber sido declarada por la Unesco Patrimonio de la Humanidad, donde el gótico predomina sobre el resto de los estilos, destacando su catedral. Aunque posiblemente lo más fotografiado sea famoso Campanile en la Piazza del Campo.

*La sede del banco que nos gastó la broma, está en la Piazza Salimbeni en el Palacio Salimbeni, sede del banco Monte dei Paschi di Siena; aunque entonces, tenía una sucursal en la  la Piazza del Campo. Actualmente, en el lugar que ocupaba el banco hay un restaurante. 

Fueron dos días intensos que no olvidaremos jamás, no por los billetes, sino por el espléndido queso parmesano que comimos.



©Paco Arenas

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