domingo, 19 de enero de 2020

Filosofía de un desertor del arado ( nadie más importante que quien de la tierra hace crecer la vida)


Vivir, siempre vivir, caminando con un objetivo cierto, o a la aventura. Pero siempre vivir, besando hasta el último suspiro, abrazando hasta el penúltimo esfuerzo, el último siempre debe ser para intentar seguir viviendo.
Sueña, siempre sueña, sueña por soñar, sueña; pero nunca te olvides que los sueños, sueños son, y en eso se quedan sino luchas por hacerlos realidad, y sobre todo, que los sueños más hermosos, son siempre los compartidos, mucho más hermosos si son colectivos.
Luchar, siempre luchar, incluso contra nosotros mismos si es preciso. Luchar contra injusticia y la tiranía, contra la intolerancia, también contra la sumisión, que es todavía peor que la cobardía. Tener miedo no es de cobardes, si no te rindes, la cobardía es aceptad como irremediable la derrota sin presentar batalla.
Exigir y no claudicar. Exigir lo justo y necesario, y si es posible un poco más allá, no conformarse con la meta alcanzada, la autocomplacencia es comenzaba a claudicar, el objetivo no debe ser llegar a lo más alto, pretender conquistar la cima es estúpido sino piensas bajar seguir caminando a ras del suelo, al lado del labrador que abre los surcos y echa la semilla en la tierra para que nazca la espiga, nadie más importante que quien de la tierra hace crecer la vida, nunca lo olvides. Es infinitamente más importante más importante caminar, perdido o no, que llegar al final del camino y sentarse a esperar la muerte.
Amar, siempre amar, hasta el último orgasmo y mucho más allá, pues los orgasmos se acaban y el amor queda hasta después del último viaje. Amar, siempre amar, comenzando por uno mismo, de manera generosa, también egoísta. El amor comienza en ti, y vuelve a ti si lo derramas. Ama, siempre ama.
Piensa, siempre piensa, no lo que te digan que pienses, no lo que diga «tu líder», sino lo que te dicte el corazón, nunca las vísceras, las vísceras todo lo convierten en mierda; aunque, también en energía, y el corazón también es una víscera. Piensa también con él, no seas, por ser racional, un ser frío sin corazón ni sentimientos.
Piensa, siempre piensa, no en la forma de conseguir dinero, cuando te mueres no lo necesitas, sino en la manera de ser feliz. Piensa y camina, sé peripatético, pensando se avanza, nunca dejes de caminar, nunca dejes de pensar, cuestiona todo, sé incómodo para el poder, sé incómodo para ti mismo, piensa y cuestiona hasta tus propias certezas.
Proponte subir escaleras hasta la cúpula más alta, no para llegar a una meta, sino para volver a bajar, para caminar, piensa que la vida y lo más importante se cultiva a ras de suelo, y que las gentes realmente valiosas son aquellas que sudan el pan que se comen.
Sé, si quieres, patriota, pero que tu patria no se limite a un trozo de tela en el balcón, a un territorio y sus fronteras, la patria no es eso, la patria son las gentes que pisan, sudan, viven, trabajan, sueñan, aman y luchan por esa tierra que pisan, mucho más allá de sus fronteras, quien se limita al ellas y desprecia al forastero, no es un patriota, es solo eso, nada, un trozo de trapo que con el sol pierde su color y lo que es más importante, su esencia.
Y, sobre todo, no derrames ni una sola gota de tu sangre por un rey, él es mucho menos importante que tú, tú eres importante, vives, sueñas, trabajas, luchas, él es un parásito que vive de tu trabajo, que te roba tus sueños y tu sudor, y que, siendo la pieza más inútil e innecesaria, come cuando a tus hijos les falta el pan en la boca.
Ser felices, salud para todos y si es posible vivamos, escribamos, luchemos por la República, la de las personas de todo el mundo, sin distinción de razas..., a ser posible comienza por la República independiente de tu casa y viviendo, amando, soñando y luchando logres el sueño colectivo de la libertad, la igualdad y la fraternidad, sin olvidad nunca la justicia, la cual nunca debes dejar en manos de los jueces que puedan tener un precio.
Lee, siempre lee, no te quedes solo con la palabra que se lleva el viento, lee, como algo tan útil como el comer, y algo tan necesario como el cagar. Lee, lee siempre, para aprender, o desaprender, para pensar o para dejar de pensar, para viajar o tumbarte en la cama, lee, siempre lee, y si es posible, también escribe, sí escribe, di lo que piensas, aunque siendo consciente de que de cada tres palabras, en dos puedes estar equivocado.
Y tú, que escribes, piensa que todo lo anterior es más importante que escribir; no obstante, escribe, siempre escribe, sabiendo que ni nuestras palabras nos pertenecen sino tienen como propósito nuestra felicidad y, tan importante como la nuestra, las de los demás, sin miedo y sin complejos, derramemos la tinta hasta la última gota.
Escribe sabiendo que la palabra es el arma más poderosa contra la injusticia, haz que cada palabra, no sea solo bella, hazla, sí, hazla herramienta de liberación, ponla al servicio, no del quien te pague, te convertirías en un mercenario, sino de aquel que no las pueda pagar. Se libre, y haz que tus palabras, al menos lo intenten, ser espada y ariete contra la opresión.
Paco Arenas

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