—Botarate ¿Por qué gritas tan desaforado mentando a tu madre
de esa forma?
—Viejo, no te metas en esto, que no es a mi madre a la que
miento.
—De tu boca sale estiércol cada vez que insultas a alguien
mentándole a su madre, y aunque no lo pretendas y ella sea una santa, ese
insulto va para la madre que te parió, que en lugar de darte de mamar leche, te
dio boñigas de vaca con diarrea…
—Me gusta la fruta, es lo que he dicho.
—No. Has dicho hijo de... No voy a ensuciar mi boca con tan
grosera palabra, pues cada uno echa por la boca lo que mamó.
—Soy español, y amo a España y tú eres un viejo chocho.
—Te equivocas. Hasta la palabra español, al salir de tu
boca, suena como un escupitajo y apesta a vómito agrio de tiempos de la
dictadura…
—Estoy en contra de la dictadura, por eso llamo hijo…
—¡Chis! Piensa que tu madre te puede oír y se avergüenza de
ti, por no tener vergüenza ninguna…
—Quería decir hijo de
fruta…
—Nadie es hijo de un membrillo, ni siquiera tú que gritas
sin razón que eres español y que esto es una dictadura… ¿Sabes acaso lo que es
una dictadura?
—¿Ya estamos con las batallitas del abuelo Cebolleta?
—No. En la dictadura, si tú le decías al dictador hijo de
fruta, te pasabas en la cárcel el resto de tus días o peor aún…
—Viejo, no me cuentes cuentos, que ya me los contaba mi
abuelo…
—¿Y qué le pasó a tu abuelo?
—¿Qué te importa a ti?
—Veo que te emocionas, mira, si al final vas a tener corazón
y todo. Tu abuelo, yo lo sé, fue uno de los 7.291 ancianos que murieron
abandonados durante la pandemia, precisamente por orden de quien ayer insultó a
la madre que le parió.
—¿Y tú cómo sabes que fue mi abuelo uno de esos siete mil
viejos?
—¡Mírame! Soy don Quijote de la Mancha y lo sé todo…Anda,
tira a tu casa, que tus padres están avergonzados de verte por televisión
gritando como si fueras un energúmeno…
—¿Y España, qué…?
—España es diversa y plural y solo los intolerantes que no
aceptan la democracia, a no ser que gobiernen ellos, son quienes prostituyen su
sagrado nombre. Esos que roban de las arcas públicas, los que se llevan a los
paraísos fiscales, esas empresas que cambian su sede al extranjero para pagar
menos impuestos… o esos jueces a sueldo que llevan más años caducados que los
yogures de Cañete… Vosotros con vuestros gritos…
—Mira, por ahí viene mi madre…¿qué hace? ¿Se quita la
zapatilla? ¿No se da cuenta de que está la calle llena de cristales de botellas
rotas? Se ha cortado…
—Pero viene a por ti…
—No, te equivocas. Viene a unirse a la protesta. ¡Ay, ay,
ay! ¡Mamá!, no me pegues que me da vergüenza…
—La que no tienes…—respondió la madre, sin parar de darle con la zapatilla en el
trasero. ¡Anda, cazurro! Para casa, que
la cena se enfría y Roig nos volverá a subir la leche, de tan agria que la
tienen.
© Paco Arenas, sus libros y relatos... 16 de noviembre de
2023
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