sábado, 9 de noviembre de 2013

La leyenda de la vieja cabrera de la Montesina

Aquí traigo una nueva leyenda castellana, de esas que creo recordar y que tal vez algo me invento. 

Contaban nuestros mayores que en aquellos tiempos en que los chiquillos echaban los dientes agarrados al arado, en no pocas ocasiones se perdían, si eso pasaba en verano la criatura podía ser presa de los lobos o de gigantescas culebras que decían que se enrollaban en el cuello cuando dormían  hasta asfixiarlo, pero en el invierno a los peligros del verano se unía el frío intenso que podía llegar a provocar la congelación.
Contaban que en cierta ocasión se perdió un chiquillo al que su padre había mandado a por leña a La Montesina.  El chiquillo a última hora se entretuvo intentando coger unas perdices, terminándose por perder en el monte.
Los padres al ver que no llegaba, convocaron a los vecinos de Pinarejo para ir a buscarle, era pleno invierno y se helaban hasta las pestañas y por si fuese poco comenzó a nevar como nunca antes recordaban en Pinarejo.  La búsqueda fue infructuosa. Así  continuaron  durante dos días, dando gritos a diestro y siniestro no solo por La Montesina sino por todo el término y fuera del mismo, sin que hubiese rastro de la criatura.
Al tercer día, cuando ya todo el mundo creía que estaba muerto, apareció con su borrico en su casa cargado de leña como si nada hubiese pasado. Todos se echaban las manos a la cabeza. ¿Cómo podía ser si habían rastreado hasta debajo de las piedras que no le hubiesen encontrado si llegaba tan campante y decía que venía de la Montesina y que además apareciese tan lustroso y sin rastro de haber pasado ni frio ni calamidades?
El chiquillo explico con toda naturalidad que una vieja cabrera le había llevado a su chozo y allí había estado todo el tiempo tan calentito y bien alimentado a base de leche de cabra y queso y que solo cuando dejo de nevar le dejo marchar ayudándole a cargar la leña y dándole un queso para el camino. Abriendo el morral sacó lo que le quedaba del queso como muestra.


Por mucho que buscaron por toda la Montesina, si bien encontraron un chozo, en ningún momento encontraron rastro ni de la anciana ni de sus cabras.  Aunque según cuentan parecidas historias les aconteció a más de uno de aquellos que se perdieron en la Montesina, historias que siempre hablaban de una vieja cabrera que les protegía del frío y del hambre; todavía hoy,  según cuentan , algunas noches se escuchan rebaños de cabras en las noches de invierno,  cuando alguien se pierde por La Montesina.

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