Las abarcas del campesino analfabeto que soñó ser poeta, ya
está publicado tanto en versión digital como en papel
Hay que ser muy osado y muy inconsciente para que alguien
que apenas fue a la escuela, que con once años ya trabajaba y con trece subía
maletas en un hotel de Ibiza y en el invierno carretillas de hormigón que
pesaban más que él, pretender ser escritor, poca cordura debe tener para ya
peinando canas lanzarse a esa aventura.
Pero este loco insensato ha aprendido a base de golpes y de
mucho esfuerzo ha ido aprendiendo a aprender, de manera lenta pero constante,
como una acto de rebeldía por no poder tener la posibilidad de estudiar.
Durante años me he convertido en un maestro de sí mismo, un analfabeto
enseñando a otro analfabeto, consciente de mis limitaciones y de que tal vez
nunca es tarde para ser lo que siempre quise ser.
Posiblemente si cuando con veintiséis años participé en el
premio Nadal y fui uno de los que optaron al premio, no hubiese tirado la
toalla, tal vez ahora, ¿quién sabe? Ahora
sería escritor. O cuando un poeta, miembro
de un jurado, se ofreció a ayudarme, hubiese aceptado su ayuda, la condición
que dejase de lado la poesía social. Por
entonces yo ya tenía pensado ser tabernero, además, escribir novela es cuestión
de imaginación y yo tengo mucha, mientras que escribir poesía es cuestión de
sentimiento y yo también creo que tengo mucho, por tanto a pesar de disfrutar
de la poesía “celeste”, me llena más
la poesía escrita con sangre, con la sangre del pueblo, la sangre humilde de
campesino que corre por mis venas, eso a pesar de no saber si lo que yo escribo
puede llamarse poesía, como yo digo ¿poesía? pero tiene lo que nunca debe faltar a una poesía.
Las abarcas del campesino analfabeto que soñó ser poeta, es
un recopilatorio poemas escritos desde el sentimiento, no buscan complacencia
del lector, ni el elogio, tan solo buscan provocar la rabia contra la
injusticia y la tiranía. Desde la humildad
de las abarcas, del más humilde de los calzados, el que está pensado para pisar
el barro, los terrones pero también para alojar los pies y el cuerpo de la
rabia contenida contra quien intenté pisar esa humildad, que no por humilde
sumisa.
La poesía tiene sentido si provoca una ciclogénesis
explosiva en el corazón, explotando las venas, ya sea por amor, pasión,
indignación, ansias de justicia o libertad. La poesía no pretende transformar
el mundo, o tal vez sí, al menos debe intentarlo, de lo contrario… ¿De qué
sirve la poesía?
Lo importante del poema es que sea capaz de llegar directo y
conciso a donde llega la prosa a través de mil vericuetos con mucho mayor
esfuerzo, al corazón, denunciar la mentira, llamar a las cosas por su nombre,
rebelarse contra la injusticia, los poderosos y a su metálico dios y si además
se consigue la belleza, mejor que mejor, pero siempre lo primero debe ser hacer
estallar las venas.
La poesía debe ser atrevida y desvergonzada con los fuertes
y tierna con los más débiles. Debe ser capaz de escupir con el filo de las
palabras a esos patriotas de trapo que roban a sus pueblos de manera miserable,
a esos que hablan de democracia y no conocen su significado, denunciar el
latrocinio que sufren los pueblos de esos adoradores de ídolos paganos, llamar
al incendio de sus templos de manera metafórica, el verso no es violento,
critica la violencia sutil y asesina de quienes la ejercen contra los más
débiles. Los desahucios, los despidos,
los suicidios provocados por los ladrones, en nombre de un supuesto Estado de
derecho, deben ser llamados por su nombre, son crímenes, son terrorismo, ante
los cuales el poeta no puede cerrar los ojos, a riesgo de convertirse en un
poeta maldito, siempre es preferible ser un poeta maldito que el bufón de un
rey, porque el poeta debe ante todo ser el alma del pueblo.
Paco Arenas
De nuevo Marta, muchas gracias, que ya te he dado en el mejor blog de relatos que conozco, el tuyo, y no es por hacerte la pelota. Agradezco mucho tus palabras, para alguien como yo, que se siente muy inseguro en este campo y en todos. Tal vez por ello intentó convencerme a mi mismo que soy capaz de seguir aprendiendo, que mi cabeza es muy gorda y todavía hay mucho espacio en ella para que puedan volar bandadas de pájaros sin chocar entre sí y que estoy obligado a hacerlo, que si tropiezo y caigo, mi cabeza puede romper el asfalto.
ResponderEliminarGracias
Muchas gracias, te aseguro que salen del corazón. Es lógico que sean algo ingenuos, yo soy muy ingenuo, todavía creo en el ser humano a pesar de los golpes recibidos, y creo en el ser humano porque al lado de la gentuza encuentro también gente buena dispuesta a ayudar a los demás, dispuesta a poner la cabeza y el corazón al servicio de quien lo necesita. Muchas gracias de nuevo Marta, es un lujo tenerte como amiga. Un fuerte abrazo.
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