Ahora
que salgo en los papeles como los delincuentes, siendo honrado, es preciso que
me presente:
Señoras
y señores, me presento: soy barro
Soy Paco
Arenas, hijo de Vicenta López, la Ciriaca, y de Fermín Martínez, el de Arenas,
campesinos analfabetos que me enseñaron todo lo bueno que soy. Soy el octavo de
ocho hermanos, nací cuando mis padres pensaban que el río de la fertilidad
bajaba seco, y el hermano que me precedía tenía más de diez años, mientras que
la mayor veintiséis. Mis padres fueron campesinos, de esos que miraban todas
las mañanas al cielo sedientos de libertad y justicia —esperando ver caer la
lluvia; y también, al horizonte oteando en el crepúsculo de las tierras con la
esperanza de que llegasen las ansiadas nubes que mojaran las secas tierras de
la Mancha, de Castilla, de España, y al llegar el día, con la alborada, esas
nubes trajesen justicia y libertad…
Soy
barro, barro amamantado en la besana de la injusticia y la opresión, con leche
de rabia, silencio y desesperación. Sí soy barro, ablentado en la era en días
de viento, para que cada una de mis palabras gritasen lo que ellos tuvieron que
callar en la noche oscura de España.
Sí, soy
barro, barro amasado, no por esa lluvia que nunca mojó los surcos de la
esperanza, sino por las lágrimas que derramaron esperándola y el sudor que les
secó las venas.
Soy
barro, moldeado por manos encallecidas, ajadas por el trabajo, la azada, la hoz
y el arado.
Soy
barro, del que pisaron sus abarcas, humildes como ellos, fuertes e
incorruptibles como sus ideales.
Sí, soy
barro, esencia del barro, que no del cieno, hijo de la tierra, las lágrimas y
el sudor, de la emoción y la lucha.
Sí, soy
barro, orgulloso de mi noble sangre campesina, que no igualan en nobleza la
corrupta sangre de los bastardos hijos de reyes, condes duques y ricos
mercaderes de sangre e ilusiones.
Sí soy
barro campesino, y con ese barro fue moldeado cada uno de los pliegues de mi
piel, de las formas de mis manos, de los sentimientos de mi corazón y de los
sueños que engredaron ellos dos pero, también tantos otros que vivieron antes
que ellos.
Soy
barro, que todavía hoy, con cada gota de sudor, sangre y con cada lágrima,
siento las abarcas que se hunden en la besana, que pisan el barro y sienten
necesidad de ser palabras derramadas sobre los torcidos surcos de las ansias de
libertad y justicia, siendo voz de cada boca amordazada, que suda, llora y
sufre.
Sí soy
barro, hijo de campesinos analfabetos, soy Paco Arenas, hijo de Fermín y
Vicenta, y a ellos me debo, y a ellos es a quienes no puedo traicionar, porque
soy barro amasado con sudor, lágrimas y sangre.
Soy barro transformado en tinta sobre el papel, que si brilla mucho el
sol sobre él, se seca y se desgarra y pierde su forma y esencia.
Sí, soy
barro, pero no te equivoques, no soy el barro que se deja pisar por el tirano.
Sí, soy barro, hermano de otros barros, barros que humedecen la semilla
haciéndola germinar, preñándola de
sueños, y haciendo crecer la rosa de la libertad y la espiga de
la justicia.
Sí soy
barro, y como barro amasado con abarcas, soy el hijo de la lluvia y la tierra,
de Fermín que murió esperando la lluvia, de Vicenta, que como tierra fértil
sembró en mí las ideas de justicia y libertad de ambos. Sí, soy barro, que
nadie lo ponga en duda, ni me lo discuta. Soy barro...
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