domingo, 25 de febrero de 2018

El país de las lentejas

Giudici, Reinaldo (1853-1921)  La sopa de los pobres, 1884  Museo Nacional de Bellas Artes, Buenos Aires


Ya estoy aquí, en el país de las lentejas rancias, quemadas y con gorgojo, y a pesar de todo, degustadas, engullidas, masticadas... sin protestar.

Estoy de nuevo aquí, en el país donde nunca pasa nada, en el país de los sordos de moda que oyen lo que les acomoda y los ciegos que tropiezan con las farolas apagadas a pesar de que llevan iluminada la cara con una pantalla idiotizante, por la cual solo ven lo que quienes les están robando la cartera desean o les dejan.

Estoy aquí, en el país de la furia balompédica ante el diferente o extraño y la inclinada cerviz ante el poderoso y el ladrón.

Estoy aquí, me temo que nunca me había marchado, en el país en el cual el tirano después de haber saqueado la hucha de las pensiones, desmantelado la educación pública y haber reducido el sueldo de los trabajadores a una boñiga de borrego capado, tiene el descaro de dirigirse a sus víctimas para aconsejarles que ahorren para tener una vejez digna y para que sus hijos puedan estudiar. Y a pesar de todo, no pasa nada, y se toma todo como una gracieta, no de un tirano, sino de un inepto, al que en las próximas elecciones se le volverá a votar.

Estoy aquí, ignorante de mí, creyendo que este campesino trasplantando al asfalto es capaz de mover conciencias, cuando los padres ven como a sus hijos les quitan la comida de la boca y miran para otro lado.

Estoy aquí, camino del mercado en busca de dos libras de lentejas, a las que no necesito echarles chorizos, me basta con encender el televisor para que salgan por la pantalla los chorizos, que se pudren antes de llegar a la olla porque no se han colgado antes. 

Me temo que en este país no son los ciegos quienes menos ven, ni los sordos los que menos oyen...

Sí, ya estoy aquí, y no sé por qué he vuelto...


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