No os dejéis llevar por sus humildes ropas, su cinturón mal
ajustado o zapatos llenos de barro de su humilde bancal. Nunca tuvo, ni tendrá,
prostitutas de lujo, ni cuentas en Suiza o las Bahamas. Es tan importante que
nunca le regalaron nada, ni tampoco robó nada; porque, al contrario que quienes
se consideran importantes, él es un hombre honrado, o como diría el poeta, un
hombre bueno en el buen sentido de la palabra. No durmió en hoteles de lujo de
muchas estrellas, pero sí, muchas veces al relente de todas las estrellas del
firmamento.
Sí, es un campesino, un hombre humilde; a pesar de lo cual, no
nos equivoquemos, ni nos sintamos ofendidos por no estar a su nivel, él es el
hombre más importante de España, y con él y como él, los campesinos, pastores,
jornaleros o pequeños propietarios, que siembran con sus manos las semillas y
riegan con su sudor las espigas con el que se cuece el pan nuestro de cada día.
Tiene setenta años, cualquiera le echaría diez más, y que me
perdone si lo ofendo. En su mano grande, un pepino, y en el bolsillo de su
camisa de franela, otro pepino.
Sus encías desiertas dientes, nos dicen con claridad que no le
sobró nunca un real, o, mejor dicho, que siempre sudó hasta la última migaja
del pan que se comió y que; a pesar de ello, trabajando de sol a sol toda su
vida, no le llegó el jornal, ni su esfuerzo, para una prótesis dental.
Gracias a este gran hombre, campesino y pastor, come el alguacil
del ayuntamiento, la joven amable de la oficina de turismo de Molinicos, el
cabo de la guardia civil y sus compañeros, los concejales y el alcalde de
Molinicos, también; aunque, él ni se lo planteé, le da de comer a la esteticien
de Molinicos, al gobernador civil de Albacete, al cura de Molinicos y al obispo
de Albacete, al difuso y dudoso Emiliano García Page, que no se sabe si es de izquierdas
o de derechas, presidente de esta parte del sur de Castilla. Sí, también al
vicepresidente Iglesias, y al primer ministro Sánchez, también a Casado
"el holandés errante" que lidera el principal partido de la oposición
en España y contra España en Europa, sin olvidar al vocinglero iraní Al-Bascal.
No es preciso de decir que es mucho más importante que todos los
mencionados, e infinitamente más que al demérito o que su hijo Felipe Uve
Palito. De no ser por este hombre y otros campesinos como él, , sin tener culpa
de nada, ni un pepino se podría comer, ni vivir a cuerpo de rey y de sus
riñones, como viven.
Lo conocí en Molinicos, me llamó de inmediato la atención,
caminaba alegre, rebosante de humildad, con aspecto bonachón.
—Buen pepino lleva en el bolsillo de la camisa.
—Sí que es bueno, tengo otro, si lo quiere usted, se lo regalo,
y verá que bueno.
Le di las gracias, y lo rechace, no por nada, sino porque cuando
yo me lo pudiera comer, estaría de aquella manera. Busqué charlar con él, y le
pedí una foto, accediendo gustoso, sin saber quién era yo. Hablamos un rato y
me dijo que hasta los 65 años estuvo con el espinazo doblado, con dolores de
riñones desde diez años antes, de tanto trabajar, todo para que le quedará una
miserable pensión, que mal le da para sobrevivir. Siendo que es el hombre más
importante e imprescindible de la cadena productiva y alimentaria nunca
disfrutó de fastuosos banquetes ni conoció esos manjares que quienes no lo
merecen gozan.
Tiene poco capital, su vieja casa y un bancal, con pepinos y
tomates, pimientos y cebollas, patatas y judías verdes, que este año, por culpa
de la pandemia no le dejaron sembrar cuando correspondía. Le duelen todos los
huesos, pero a quienes alimenta, ni les importa.
Me enamoré de él y sus palabras. Alabé el pepino que llevaba en
el bolsillo de la camisa y me ofreció el que llevaba en la mano. Hasta en eso
es generoso el campesino, que, teniendo poco, da la mitad de lo que tiene a un
extraño que pasaba por allí.
Me quedo con parte de la conversación que me regalo:
«Pa cinco años que cobró la pensión, que hasta los 65 no me
dejaron jubilarme, y lo hice, porque mis huesos no aguantaban más, que mucho lo
sentí por mis ovejas, que, como yo, nadie las querrá».
Generoso, al despedirnos, todavía me volvió a preguntar si de
verdad no quería un pepino, con esa sencillez con la que sólo las personas de
verdad saben mostrar.
Y ahora, que vengan los parásitos que nunca supieron lo que es
trabajar, como González o Aznar, a decir que las personas más importantes, las
que trabajan de verdad , tienen que esperar para jubilarse a los 70 años, para
que así se mueran sin cobrar la pensión y queden más dineros para los parásitos
que se creen importantes, y no llegan ni al barro de las abarcas que calza este
hombre.
Este hombre es mucho más importante que aquellos, a los cuales,
con sus ajadas manos y quebrados huesos, dio y da de comer. Si no fuese por él,
ni el rey comería.
Con todo mis respetos y admiración hacia él, hacia ellos y
ellas, a los campesinos y campesinas de todo el mundo, porque los realmente
importantes se visten con ropa de faena.
©Paco Arenas, autor de Magdalenas sin azúcar. Novela recomendada por catedráticos de literatura e historia.
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