Cuando recibí «Cicatrices en el alma» de Beatriz Abad, mi
salud estaba un tanto quebrada y no pude leerla, cuando pude leerla, a mis días
le faltaban horas, pero la leí, cada página con más entusiasmo.
Hacer una reseña, la verdad, no es lo mío, siempre se escapa
un hilo que no debería escaparse y que puede dar lugar a que se deshilache la
trama o a confundir al lector. Por eso, uno siempre duda del cómo y el cuándo.
Vamos a comenzar por la sinopsis
Una historia llena de violencia, engaños y traiciones.
Genoveva es una mujer tenaz y luchadora, perseguida por un pasado desgarrador.
A pesar de las muchas dificultades que ha tenido que superar desde muy niña, ha
sabido forjarse un futuro prometedor en el que no hay espacio para los malos
momentos vividos a lo largo de su vida. Sin embargo, el pasado se vuelve a
presentar al cabo de los años, reclamando lo que sigue considerando le
pertenece. El lector acompañará a Genoveva en una trepidante lucha contra las
miserias de su anterior vida. ¿Conseguirá vencer de una vez por todas al
pasado? ¿Serán el amor, la familia y la amistad lo suficientemente fuertes como
para hallar la paz que tanto necesita? ¿O por el contrario los fantasmas de su
anterior vida conseguirán vencer al presente?
Opinión:
Volviendo a los hilos, a la autora no se le escapan muchos,
por no decir ninguno, y mira que tiene trama, pero es una trama que absorbe
como el beso de la persona amada, que deseas que no termine nunca. Y eso que es
una novela desgarradora, que hace que crujan los zurcidos de las costuras bien
tejidas, o tal vez, como dice el título, las cicatrices del alma.
La historia de Genoveva es la historia de muchas muchachas nacidas
en los años cincuenta o sesenta del pasado siglo en el entorno rural. Jóvenes que desde su
infancia allá en Valdelastejas, tuvieron la necesidad de escapar de los barrotes de esa España madrastra que aprisionaba voluntades. Huida hacía un presento paraíso urbano de luces de neón y grandes rascacielos. Por desgracia, la realidad propiciaba que se saliese de «Guatemala» para no entrar a «El Salvador» de la felicidad.
Es una novela que en
ocasiones hace que duela el alma. No da lugar a la paz ansiada y el sosiego. Sin darte cuenta termina atrapándote entre sus costuras
y cuando cierras las tapas y te enfrentas frente a frente con el libro, te das cuenta de que te has quedado atrapado entre sus páginas como un personaje más de la trama. Siendo lo que ahora te duele es que termine.
Podría decir muchas más, pero regresaría a Valdelastejas, ahora hace mucho frío allí y no me quedaría más remedio que desentrañar cómo se produjeron las Cicatrices en el alma que esconden sus páginas.
Enhorabuena a Bea Abad
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