lunes, 15 de agosto de 2022

La luz, los ladrones y los «sinluces».





La luz, los ladrones y los «sinluces».

—Abuela, tengo miedo, se apagó la luz justo cuando comenzaba a leer Alí- Babá y los cuarenta ladrones…

La abuela buscó a tientas entre los cajones de su mesita de noche, sacó dos viejas velas amarillentas y un viejo mechero de gasolina de su difunto marido. Mientras intentaba encender la mecha, hablaba con voz dulce a su nieta:

—Seguro que habrá sido el rey de los ladrones…

—Abuela, ¿ese que se ha fugado a los países de los golfos con tantos millones y que tiene calle con su nombre en todas las ciudades y pueblos?

—Ese es uno más. De casta le viene al galgo, de todos sus ancestros, ninguno ha sido honrado. Si uno ladrón el otro más…

—Si siempre los reyes han sido ladrones, como decía el abuelo, ¿por qué hay gente que quiere reyes?

—No me hagas hablar, no me hagas hablar…

—¿Y por qué cuando viene el bribón con Ali-Babá no lo detienen?

—Entre ladrones se protegen y respetan unos a otros…, para eso es el rey de los ladrones.

—¿No era Ali-Babá el rey de los ladrones?

Alí-Babá, seguro que era más honrado que él, pero en España se protege a los ladrones, los jueces…

—El abuelo decía que los jueces están más caducados que un huevo cocido puesto un mes al sol…

—Siempre andas con el abuelo en la boca. Seguro que te daba la vara con sus ideales…

—No. Los ideales se los fumaba. También decía que

—¡Mecachis! No tiene gasolina el encendedor…

—Espera abuela, que creo que el abuelo tenía cerillas en la biblioteca, detrás del Quijote gordo…

—¡Malandrín! Como el médico le prohibió el tabaco y yo le requisé el mechero, escondía   los Ideales y las cerillas entre los libros. No me acordaba, pero saberlo lo sabía, ¡eh!

—Él decía que no lo sabías…, esos Ideales son los que se fumaba, los otros los heredé yo. ¿De verdad no lo sabías?

—No lo habría de saber, a ti, sólo te falta sacar la tricolor al balcón…y yo limpiaba casi todos los días la casa de arriba abajo.  Como él nunca limpiaba, creía que desaparecía el polvo de los libros y las estanterías como por arte de magia. Ahora sí me habría engañado ni limpiar puedo…

—Abuela, pero si estás siempre con el trapo del polvo, dime un día que no pases la mopa…

—Todos los días hay polvo. Si lo dicen hasta en la tele, hay polvo en suspensión subsahariano, eso que llaman «calima».

—Eso es otra cosa y el abuelo, también limpiaba…

—Lo que veía la suegra y llevaba treinta años muerta…

—Que abuela tan exagerada, me troncho de la risa.

—Sí, pues no te rías, que era muy bueno, pero un desastre, miedo me daba que se metiera en la cocina a guisar.

—Pues a mí me gustaba, todo con una pizca de picante y…

—Más sal de la cuenta. Y con las tres cosas tú eras su cómplice…

—¿Las tres? El abuelo decía que no había dos sin tres…

—Sí, las tres, que bien sé que le decías que picase un poquito, la sal una vez te pillé echándole tú y con el tabaco me hacía la tonta, como ya sólo fumaba en ocasiones señaladas. La verdad es que ya ni me acordaba. ¿Pero tú no tenías miedo a la oscuridad?

—Y mucho, pero hablando…

—Anda ve y ten cuidado de no tropezar, que los ladrones de las puertas giratorias nos han quitado la luz…

—Abuela ¿no sabes que tengo ojos de gata?

—Eso decía tu abuelo, pero ten cuidado de no caerte ni tirar el Quijote de escayola…

—¿No era de oro?

—Sí, claro, del que caga el moro. Si fuera de oro, por muchos ladrones que hubiera en España o en los países de los golfos, íbamos a estar sin luz…, bueno ya se lo habrían llevados los bribones de los ladrones, que riman con los dos…

 

©Paco Arenas

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 Paco Arenas-Escritor

 

15 de agosto de 2021, en un lugar de Castilla, en mitad del campo a 39° grados a la sombra.

 



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