— Abuela, tengo miedo, se apagó la luz justo cuando comenzaba
a leer Alí Babá y los cuarenta ladrones...
La abuela buscó a tientas entre los cajones de su mesita de
noche, sacó dos viejas velas amarillentas y un viejo mechero de gasolina de su
difunto marido. Mientras intentaba encender la mecha, hablaba con voz dulce a
su nieta:
— Seguro que habrá sido
el rey de los ladrones...
—Abuela, ¿ese que se ha fugado a los países de los golfos con
tantos millones y que tiene calle en todas las ciudades y pueblos?
— Ese es uno más, aunque bien se le podría cambiar el nombre a
esas calles y ponerles Alí-Babá, más honrado seguro que fue... ¡Mecachis! No
tiene gasolina el encendedor...
— Espera abuela, que
creo que el abuelo tenía cerillas en la biblioteca, detrás del Quijote gordo...
— ¡Malandrín! Como el médico le prohibió el tabaco y yo le
requisé el mechero, escondía los
Ideales y las cerillas entre los libros. No me acordaba...
— Él decía que no lo sabías...
— No lo habría de saber, si limpiaba casi todos los días la
casa de arriba abajo, como él nunca limpiaba, creía que desaparecía el polvo de
los libros y las estanterías como por arte de magia. Ahora me habría engañado
ni limpiar puedo...
— Abuela, pero si estás siempre con el trapo del polvo, dime
un día que no pases la mopa...
— Todos los días hay polvo, si lo dice en la tele y todo, hay
polvo en suspensión subsahariano.
— Eso es otra cosa y el abuelo, también limpiaba...
— Lo que veía la suegra y llevaba treinta años muerta...
— Que abuela tan exagerada, me troncho de la risa.
— Sí, pues no te rías,
que era muy bueno, pero un desastre, miedo me daba que se metiera en la cocina
a guisar.
— Pues a mí me gustaba, todo con una pizca de picante y...
— Más sal de la cuenta. Y con las tres cosas tú eras su
cómplice...
— ¿Las tres?
— Sí, las tres, que bien sé que le decías que picase un
poquito, la sal una vez te pillé echándole tú y con el tabaco me hacía la
tonta, como ya solo fumaba en ocasiones señaladas. La verdad es que ya ni me
acordaba. ¿Pero tú no tenías miedo a la oscuridad?
— Y mucho, aun así, hablando...
— Anda ve y ten cuidado de no tropezar, que los ladrones de
las puertas giratorias nos han quitado la luz...
— Abuela, ¿no sabes que tengo ojos de gata?
— Eso decía tu abuelo, pero ten cuidado de no caerte ni tirar
el Quijote de escayola...
— ¿No era de oro?
— Sí, claro, del que caga el moro. Si fuera de oro, por muchos
ladrones que hubiera en España o en los países de los golfos, íbamos a estar sin
luz...
Paco Arenas
15 de agosto de 2021, en un lugar de Castilla, en mitad del
campo a 39° grados a la sombra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario