lunes, 29 de agosto de 2022

Las penalidades de la mano izquierda de Cervantes, por decirlo de algún modo

 


Las penalidades de la mano izquierda de Cervantes, por decirlo de algún modo

Los derechos de autor que habría cobrado Cervantes de las ventas de «El Quijote» le habrían dado para vivir cientos de vidas con todo tipo de lujos, pero vivió y murió pobre, y a pesar de todo agradecido.

Cervantes conoció la pobreza en sus carnes. las deudas le acuciaron desde el momento en el que no fue útil para el rey al que había servido. Su cautiverio en Argel, del cual me permití licencias en mi novela «Los manuscritos de Teresa Panza», refiriéndose a Sancho Panza, hijo:

«Nos contó maese Miguel que el rey no quería tullidos en sus ejércitos, ni agradecía la entrega en el combate. Ni de la vida, que la consideraba un deber de todo soldado, ni mucho menos de una pierna, una mano o un brazo. Algunos capitanes eran ruines a la hora de reconocer que sin esa sangre derramada, esos muertos, esas piernas, brazos, manos o pies, ellos nunca hubiesen llegado a grandes capitanes ni tan siquiera a albarderos y que, a muchos de esos grandes capitanes, siendo bastardos, les eran reconocidos honores que a legítimos hijos de Castilla se les negaba. Esto a maese Miguel le hacía hervir la sangre. Hablaba de sus años de cautiverio en Argel, de sus intentos de fuga, de cómo su madre Leonor Cortina, que ese nos dijo que era el nombre de su madre, para asombro mío, revolvió Roma con Santiago para conseguir los dineros del rescate, sin que ni reyes ni capitanes hiciesen nada por ayudarles».

El no recibir soldada, y el tiempo de cautiverio en Argel, junto a su hermano Rodrigo, aumentó las deudas familiares. Siendo su madre, Leonor Cortina y sus hermanas, quienes lograron el dinero del rescate, «con sus armas de mujer», y que entregaron para su liberación, como atestigua este documento tan interesante como desconocido del Archivo Histórico Nacional de Madrid. Libro de Códices I, página 154, bajo la mención «Redención de Cautivos,» signatura 120B, folio 32:

«Después de lo suso dicho en la dicha villa de Madrid a treynta e un días del mes de julio del dicho año en presencia de mí el dicho escrivano y testigos de yuso escriptos resçibieron los dichos padres fray Juan Gil y fray Antón de la Bella trezientos ducados de a onze reales cada ducado que suman ciento y doze mill y quinientos maravedís. Los dozientos y çinquenta de mano de doña Leonor de Cortinas biuda muger que fue de Rodrigo de Cervantes y los çinquenta ducados de doña Andrea de Cervantes, vecinas de Alcalá estantes en esta corte, para ayuda del rescate de Miguel de Cervantes vecino de la dicha villa, hijo y hermano de las suso dichas que esta captivo en Argel en poder de Alí Maní capiptán de bageles de la armada del Rey de Argel, que es de hedad de treynta e tres años, manco de la / mano yzquierda y de ellos otorgaron dos obligaciones y cartas de pago y recibo de los dichos maravedis ante my el dicho escrivano siendo testigos Juan de Quadros y Juan de la Peña…» Fuente: Anales cervantinos. CSIC.

Ni los cautivos ni los tullidos interesaban en la Corte. La mayoría de quienes regresaban a España, casi todos campesinos, no podían reincorporarse al duro trabajo del campo, ni pordiosear en sus aldeas, debían irse a las grandes urbes. Las calles de toda España estaban llenas de antiguos soldados tullidos. Cervantes tenía amistades y conocimientos, lo que no le evitó las deudas y el hambre. Llegando a vivir en lo que hoy de manera peyorativa se llama un «pisopatera», con su esposa, madre, hermanas y el matrimonio formado por Juana Gaitán y Diego de Hondaro, que fue quien lo colocó como recaudador de alcabalas, que le llevó a la cueva de Medrano en Argamasilla. Por suerte, en ese piso de Madrid, había pocos chiquillos, porque, al parecer, Juana Gaitán al igual que su amiga, a lo que parece, era estéril, como su amiga Catalina de Salazar, la mujer de Cervantes, y no había tenido sucesión de Diego de Hondaro, aunque ambos, Cervantes y Diego tenían cada uno por su lado.

Su encarcelamiento en Sevilla y Argamasilla de Alba, fue a consecuencia de esas penalidades, de esas deudas. De haber sido un autor de éxito teatral, no habría pasado apuros económicos. Pero claro, dicen que el hambre agudiza el ingenio y eso no le faltaba a Miguel de Cervantes. No obstante, ni siquiera el éxito de la primera parte de "El Quijote", lo hizo rico. Menos la segunda, que, en mi opinión, sobrepasa a la primera parte. Vivió pobre y murió aún más pobre. Su esperanza la puso en su novela póstuma: «Los trabajos de Persiles», murió ignorando que de su ingenio salió una obra maestra de la literatura universal, y no fue precisamente su obra póstuma.

Otro día hablaremos de las hijas de Miguel de Cervantes.

©Paco Arenas, autor de las novelas quijotescas: «Los manuscritos de Teresa Panza» y «Águeda y el secreto de su mano zurda»

Obra: Miguel de Cervantes (1547-1616). "Últimas voluntades", óleo de Antonio Muñoz Degrain, año 1916. Biblioteca Nacional de Madrid.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...