viernes, 17 de agosto de 2018

¡Calla!



No soy más que la gota de agua
que cae sobre un canto liso del camino,
y resbala calle abajo
hasta el precipicio del primer escalón,
desgastado 
sin esquinas que oculten la verdad
de las lágrimas derramadas,
de la sangre de los pobres,
de las suelas de las abarcas
de quienes lo pisan.

¡Calla!
Me dicen.
Ellos mandan
Trafican con sueños rotos
y brindan con sangre
en despachos y palacios.
Recuerda aquel poeta de Granada,
él también gritaba la verdad,
su verdad,
y con alegría decía:
Si tu madre quiere un rey,
La baraja tiene cuatro.
¡Calla!
Tú no eres poeta.

Intento cerrar los ojos,
no ver en la frontera las cuchillas asesinas,
las pieles desgarradas,
al hipócrita dando la mano
a quien apuñala por la espalda,
risas en los palacios
frotándose las manos
por las ganancias…
y los niños llorando en las jaulas,

¡Calla!
Me dicen.
No es el momento para la rabia,
tampoco de alzar la voz
como loco en el desierto…
Si mueren niños en Yemen
Damasco, Gaza o en las Ramblas,
no es por el tráfico de armas…
No cuestiones a quienes mandan
con manos ensangrentadas.
Así nunca llegarás a nada,
¿Calla!
      Tú no eres poeta…


©Paco Arenas

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