martes, 2 de julio de 2019

Abrazados a las orillas del río Bravo





(A Valeria, Oscar  y a todas las víctimas de la indiferencia en cualquier frontera, cualquier río o cualquier mar.


Papaíto mío,
no sé para qué caminamos
si ya no quedan suelas en nuestros zapatos,
sabiendo  que no existe el paraíso soñado
ni el pan en nuestras bocas,
tampoco corazón en las entrañas
del tirano con pelo de estropajo.

Yo camino, 
si quieres, 
el agua  está fría,
no sé nadar 
y el aire  suena  lejano.
Es inquietante murmullo del agua
con este sabor a lágrimas.
Sí cruzamos el río Bravo
con la espalda mojada,
¿no se ahogaran nuestros cánticos 
antes de llegar a la orilla?


No fueron las balas de los guardias,
ni del hombre que cruzaba el río sin aliento,
fue la indiferencia,
que como cuchilla fría
cantó perforando el pecho y la garganta
con su terrible melodía.
Sí, fue la indiferencia
de las mentes adormecidas
la que mato a Valeria.

©Paco Arenas

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