domingo, 26 de enero de 2020

¿Leer yo? No tengo tiempo para esas tonterías.



Resulta más que frecuente, que cuando me encuentro con algún viejo conocido, me pregunte, como quien no quiere la cosa y siempre con solapada ironía, sobre si escribo o si ya se me ha pasado la locura. 
Esto fue hace unos días. Me encontré a un antiguo amigo en la calle, en la puerta de la biblioteca, tras saludarnos de manera afectuosa y interrogarnos sobre nuestras respectivas familias, llegó el turno de preguntas laborales, fue él quien primero me preguntó:
––Estás ya jubilado, ¿no?
––No, sigo desempleado, y ya no creo que encuentre...
––No, desde luego, yo sí estoy jubilado, llevaba ya más de cinco años sin encontrar nada...
––Lo que llevo yo, las empresas pueden tener mano de obra joven y gratis, no van a pagar por viejos...
––Llevas razón, cuatrocientos euros le pagan a mi hijo,  con una carrera de ingeniería y un máster, becario le llaman a eso., pero tú... ¿todavía escribes?
––Sí, claro ––le contesté.
––¿Y eso te da para comer? Yo siempre he pensado que la gente que escribe si no gana pesetas, está un poco loca, fíjate, de tanto escribir, se volvió loco, se creía sus propias invenciones y se montó en un jamelgo para recorrer la Mancha...
––Sí, algo de locos tendremos, aunque a mí el escribir me ha salvado de la locura, y don Quijote se volvió loco con la lectura de caballerías, no por escribir...
 ––Pues eso, al fin y al cabo, lo mismo da, que lo mismo tiene, casi más loco quien escribe que quien lee. Si ya nadie lee, ¡qué gilipollez escribir!, ¿no? Es verdad, nadie quiere volverse loco, nadie lee...
–– ¿Tú tampoco? ––Le pregunté contrariado y un poco molesto, a pesar de disimularlo con una sonrisa, que hasta yo intuía circunstancial y forzada. Además, estábamos en la puerta de la biblioteca y daba por sentado que los dos llevábamos el mismo camino. 
––¿Yo? No, ¿cómo voy a leer? Yo no tengo tiempo para perder con tonterías..., ya te lo he dicho. 
––Me habías dicho que estabas jubilado..., además, ni leer, ni escribir son tonterías, ayudan a pensar un poco...––mi tono, a pesar de mi sonrisa, seguro que lo apreció molesto. 
––Perdona. No quiero decir que sean tonterías, pero los libros son muy caros..., y sí, yo estoy jubilado y por mucho que estire la pensión...–– intentó disculparse de manera algo torpe. 
––Llevas razón, pero también hay bibliotecas, como esta.
––Claro, claro, pero dar no sé qué entrar en esos sitios, toda la gente callada, como mustios, leyendo sin nada que hacer, sin ni siquiera una cerveza en la mano...
––También puedes llevártelo a tu casa, y acompañarlo con una cerveza o un güisqui...
––Calla, calla, en mi casa prefiero el sofá y la tele...,  no me gusta perder el tiempo en leer, esa es la verdad. Claro que si tú me regalases uno de los tuyos...
––¿Lo leerías?
––¡Hombre! no lo sé, pero si alguna vez te haces famoso..., a lo mejor, si me lo dedicas...
Me entraron ganas de reír. Le dije que no era intención mía hacerme famoso, y que los libros se imprimían para ser leídos, no para ponerlos en una estantería. Nos despedimos, yo pasé a la biblioteca buscando la novela de Niebla, de Miguel de Unamuno, y él, a la casa de apuestas que está enfrente.
A buen seguro, como los libros son muy caros,  y no tiene tiempo para esas tonterías seguirá jugándose los cuartos y yo seguiré con mi locura de escribir y leer, ya sea comprado o de biblioteca. Leeré lo que me apetezca y escribiré  lo que vaya saliendo, ya sea cuento, novela o nivola... 

Paco Arenas

Niebla (Nivola)


Ahora estoy recogiendo más datos de esta tragicomedia, de esta farsa fúnebre. Pensé primero hacer de ello un sainete; pero considerándolo mejor he decidido meterlo de cualquier manera,
como Cervantes metió en su Quijote aquellas novelas que en él figuran, en una novela que estoy escribiendo para desquitarme de los quebraderos de cabeza que me da el embarazo de
mi mujer.
––Pero ¿te has metido a escribir una novela?
––¿Y qué quieres que hiciese?
––¿Y cuál es su argumento, si se puede saber?
––Mi novela no tiene argumento, o mejor dicho, será el que vaya saliendo. El argumento se
hace él solo.
––¿Y cómo es eso?
––Pues mira, un día de estos que no sabía bien qué hacer, pero sentía ansia de hacer algo, una comezón muy íntima, un escarabajeo de la fantasía, me dije: voy a escribir una novela,
pero voy a escribirla como se vive, sin saber lo que vendrá. Me senté, cogí unas cuartillas y empecé lo primero que se me ocurrió, sin saber lo que seguiría, sin plan alguno. Mis personajes se irán haciendo según obren y hablen, sobre todo según hablen; su carácter se irá formando poco a poco. Y a las veces su carácter será el de no tenerlo...

Miguel de Unamuno (Niebla)




2 comentarios:

  1. Una pena, se pierde la entrada a mundos ilimitados,pero cada uno vive como puede quiere o puede.
    Me considero afortunada por leerte, leer y escribir.

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  2. Así pienso yo, leer abre mundos insospechados, provoca emociones de todo tipo, ayuda a conocer a las personas y al mundo. Por otra parte es muy grave lo que está pasando en algunos lugares. En Valencia no he visto tantas, pero en Madrid me impresionó ver tantas casas de apuestas y con gente muy joven en sus puertas. Gracias Nuria

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