martes, 15 de agosto de 2023

Atardecer en Pinarejo

 

Atardecer en Pinarejo


A lo lejos es un pueblo castellano más, llano como la mayoría de los lugares de la Mancha. Conforme te vas acercando te das cuenta de que estás equivocado. No es llano, su molino de viento jamás molió un grano de trigo está en un cerro, así como su iglesia.
Ese molino blanco es un bonito "trampantojo", un icono de una toponimia crecida y madurada gracias a la imaginación de un gran escritor. Sus muelas, de existir, son como las desiertas encías de un viejo. El viejo molino, sí, aquel del que me caí con siete años, para volverme más loco de lo que ya apuntaba, sí molía. El viejo molino molía y fue símbolo de esas tierras del sur de Castilla por donde en la fantasía de don Miguel anduvieron don Quijote y Sancho.
Lejos queda esa aldea que fue de Castillo de Garcimuñoz, ruta, parada y fonda, con posada y ventas, o tabernas, de lebrillos de cuerva, tiros de reja y bolos en las eras. Lejos queda aquellas pretensiones de los Melgarejos, amos y señores de la aldea, de hacerla villa. Lejos queda aquella villa de Pinarejo de iglesia de piedra y torre con campanas que repicaban a vida, gallos que cantaban a la alborada y perros que ladraban al atardecer.
Sí, queda la torre en pie con su iglesia y su cura compartido con el vecino pueblo de Santa María del Campo Rus. El cura, no sé si será el único pastor del rebaño, que nadie se me ofenda, pero yo prefiero a aquellos curas de antaño, aquellos que blasfemaban con el sudor en la frente y las manos encallecidas por el duro trabajo.

En Pinarejo atardece, algún día...
¡AY! QUIÉN TE HA VISTO Y QUIÉN TE VE Y SOMBRA DE LO QUE ERAS...
Escribió el poeta, y se quedó descansando a la sombra, que al sol se cuecen y derriten hasta los sesos.
A lo lejos y de cerca, es Pinarejo el pueblo que llevo en mi corazón, la unidad de medida en la que medir la distancia y la lejanía. El lugar en el que nací, para alegría de algunos, para otros... Bueno, ¿qué le vamos a hacer? Se tendrán que aguantar, siempre hay un garbanzo negro, en este caso rojo, que estropea el puchero y así ha salido aquel chiquillo que se cayó del molino y tenía la cabeza más dura que la de Calisto, pues cayendo de cabeza, quedé sólo un poco más trastornado de lo que ya estaba, si eso era posible.
Salud para todos.
Os invito a conocerme un poco más en:

Paco Arenas-Escritor

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