lunes, 23 de julio de 2018

¿Llueve?




Llueve sobre el mar,
sin calar la piel
dura de los miserables
que nunca sufrirán las inundaciones.
El niño muere en la playa,
mientras los guardacostas disparan
contra las pateras
y los ministros mandan poner cuchillas asesinas,
antes de entrar de la misa dominical
con sus agraciadas señoras
de segundas nupcias,
recambio de otras,
las cuales y los cuales,
 con fingida devoción
se persignaran
y tomaran la comunión,
sin necesidad de confesar,
que como buenos cristianos no pecan
y defienden la vida que está por nacer.
De rodillas, con la hostia en la boca,
ministros y señoras
sin remordimientos de conciencia,
si es que la tuvieran,
 piensan:
Dios tenga en cuenta nuestra oración,
y a su diestra
nos reserve un rincón…
Llueve sobre las olas de un mar,
que no admite poesías,
que no necesita rezos
ni bendiciones,
solo manos piadosas,
no que se junten para rezar,
sí que se unan a otras manos
para luchar,
trabajar...
para que las risas lleguen a la costa
y la tristeza deje de navegar.


©Paco Arenas

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