martes, 16 de octubre de 2018

Días de sueños y esperanzas, de frustraciones y desengaños



Días de sueños y esperanzas por cumplir, de sueños rotos y tristezas, de cansancio y de ganas de luchar, de estar intentando cruzar la frontera y al mismo tiempo buscando mi yo interior. Siendo fuerte y a la vez vulnerable. Sin miedo y con mil temores, sabiendo que soy el más débil y el más fuerte. Como siempre con más dudas que certezas, pero con esas pocas certezas meridianamente claras hasta el próximo charco o chasco. Agradecido a esas personas que siempre lo han intentado y a pesar de sus limitaciones han logrado subir los escalones, no importa uno o veinte, no porque tengan fuerzas, sino porque saben que si se paran caen rodando escaleras abajo. Soy consciente de que, como también dijo alguien, las batallas pérdidas son las que no se dan, nunca hay que darse por rendido antes de intentarlo, y tener miedo no es de cobardes, quedarse sentado sin hacer nada, sí.


En estos últimos meses he aprendido muchas cosas, entre ellas, como dijo un ignorado sabio, que no sé casi nada. Hoy me siento con ganas de caminar hacia no sé dónde, de subir esas escaleras que antes subía de dos en dos o de tres en tres, como los granos de uva del Lazarillo, y ahora subo agarrándome a la barandilla, pero subo, a pesar del dolor de riñones, subo. Sin miedo a no llegar, porque no intentarlo ya es un fracaso y no tengo tiempo para pensar si puedo o no puedo, porque en cualquier momento puedo llegar a la meta de toda persona, y nadie sabemos cuál es el último escalón que subiremos; por tanto, subamos, bajemos o caminemos sin perder la sonrisa y si nos duelen las rodillas o el alma, ignoremos esas dolencias, que cuando dejemos de caminar, cuando demos el último paso, tendremos tiempo de descansar.


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