viernes, 4 de noviembre de 2022

Don Quijote y Sancho entre corderos, potajes o gachas de harina de almortas y gorrinos en la Puerta del Sol


 



—Bien se está debajo de la parra, pocas uvas te han dado este año, amigo Sancho, y siendo que me has dado, te diré que este año no me han gustado. Piel dura, casi crujiente, y huesos grandes, con poca chicha alrededor...

—A caballo regalado no se la mira el diente, amigo Alonso, quien da lo que tiene no está obligado a más. Este año lo único que han crecido han sido los sarmientos, que llegan al tejado de la piquera...

—No me había dado cuenta. Tendrás que hacer cabriolas para la poda y buscarte una buena escalera, que la que tienes tiene los peldaños más crujientes que la piel de las uvas que me diste, pero astilladas y esa panza tiene más peso que tu apellido.

—Alonso, Alonso, dejemos mi panza y mi linaje en paz, que no soy yo de muchas cabriolas, y menos después de una buena caldereta de cordero —dijo Sancho mirando la pantalla del ordenador.

—Bien que volabas sobre la manta y a fe mía que las hacías —se mofó don Quijote.

—En la manta no hice cabriolas —respondió Sancho—; en el aire, sí, y aun más de las que yo quisiera. Que no es lo mismo brincar con gusto sobre las sábanas del lecho de Teresa, que te hagan dar saltos con posaderas y panza boleando sobre mantas ajenas para despanzurrarme sobre unas aliagas, que me menos mal que estaba verdes, que de lo contrario como gorrino en San Martín me habría desmochado.

—Amigo Sancho, ya te dije en su momento que saltos y brincos tiene toda historia humana. Al brincar se puede llegar muy alto, y caer muy bajo.

—Y no lo niego yo, pero cada cual debe atenerse a lo que sabe hacer en su casa, y ajustarse a lo que en otras estipulan si vas de visita. Si te dicen: hoy se come cordero, te guste o no, pondrás buena cara y no llevarás una ristra de ajos para hacer caldereta, si quien invita lo prefiere a las brasas o cazuela. Si son lentejas o gachas de harina de almortas, porque en todas las casas hay carne en la sartén, pondrás el mismo buen semblante y comerás, más o menos, a tu gusto o conveniencia sin poner en cuestión si a las lentejas le falta chorizo y espinazo y le sobra acelgas, y si a las gachas les falta cocción.

—¿A dónde quieres ir a parar, amigo Sancho? —preguntó don Quijote —. Mezclas churras con merinas y eso no es de recibo en quien fue gobernador de una ínsula.  

—Pues, eso —se sentó Sancho en una silla, empinó el porrón de vino, continuando tras limpiarse con la bocamanga de la camisa —. Digo que es preciso decir verdades, aunque brinques contra tu voluntad en manta ajena y encuentres gorgojo o gusanos en la harina de almortas. Carne es, pero no se ajusta a la receta. Con esto le digo, admirado caballero don Quijote, que no se puede pretender ser grato a los ojos de todos, ni ser mudo cuando se debe hablar, o ciego cuando se debe ver. Que, si es preciso, se debe decir que los reyes son inútiles para toda labor que requiera esfuerzo y que quien labra la tierra es más importante que quien se lleva el diezmo sin dar un palo al agua. Pero, por favor, ruego que aquí nos atengamos a la temática…

—¿Y me dices a mí que nos atengamos a la temática?  Tú fuiste gobernador cabal, respetuoso con las leyes, y ahora pareces apóstol libertario…

—Yo no entiendo de apostolados, lo que quiero decir que si he de hablar, no me voy a callar, y que si veo que el hijo de don Importancias, sea quien sea, hace algo mal, lo voy a decir, y por la Macarena bendita, mejor fuera que dentro los huesos de un asesino. Aunque beba vino de la bota, sé lo que me digo, que dicen que quien calla otorga, y yo no me callo ni debajo del agua, aunque me cueste los cuartos. Porque no hay derecho a que de estas tierras de Cuenca, no se acuerden ni en Toledo ni en Madrid, que a este paso, en lugar de girasoles y corderos, veremos gorrinos en macrogranjas y molinillos de esos que dañan la vista y no es que yo esté en contra de los molinicos eólicos esos, ni las placas solares, pero que cada cual ponga las gorrinadas en sus casas y los cementerios nucleares donde les quepan, no todo lo malo para nosotros, que si Teruel existe, Cuenca ahora también existe, ¡copón! Y me callo ya, que se me calienta la boca y voy a la cárcel…

—Amigo Sancho, Sigo sin entender has revolcado gachas con lentejas y cordero recental con pascual, ajos y acelgas, reyes con labradores, macarenos con los gorrinos de las macrogranjas, que menudo huelen los purines, molinicos eólicos con vividores…—dudó o más bien cuestionó don Quijote.

 

—Pues bien clarito lo he dicho. Y peor que los purines, apestaba el muerto en la Macarena. Pero eso, ahora está solucionado. Todo lo que no tenga que ver lo que nos importa ahora a criar gorrinos donde mejores alcantarillados tengan, que hasta eso lo tenemos deficiente... Pero mejor me callo, que pronto me llaman libertario, ácrata o una cosa que no sé qué chorra es, juligans  o hooligans   de esos, como ahora todo el mundo habla en inglés...

—Madre del amor hermoso, amigo Sancho, la que lías tu solo. Como sigas hablando así, pronto te propondrán para político, se te entiende menos que a Feijóo y Emepunto Rajoy juntos.

—Pues mejor, si me eligen a mí gobernador de España, ya vería vuestra merced como se arreglaba este desaguisado y le aseguro que las macrogranjas van a estar doónde están los macrocerdos, al lado de los palacios y consejos de administración, ¿sabes el pasto que tendrían los gorrinetes en la Zarzuela o en los Jardines del Moro, o pastando con los ciervos en el Palacio de la Granja, eso por no hablar de la Casa de Campo o El Retiro, o con los Pelayos en el barrio Salamanca, o en la misma Puerta del Sol, en la Casa de Correos, total unos cuantos cerdos más... Se revolcarían los gorrinos en olor a multitudes, apestosas, sí, pero en olor a multitudes. No que nos los quieren colocar aquí...

—Desvarías. ¿Quieres meter a los gorrinos en la Puerta del Sol? 

—Así a esa que dice más barbaridades que yo cuando me emborracho, se le quitarían las gamas de tantas tonterías.

 ¿Acaso quieres ser gobernador de la Ínsula Barataria?

—No, su ayudante cabezón, vuestra merced como presidente y yo como primer ministro, porque ir para nada, mejor nos quedamos a la sombra de la parra.

—Lo dicho, desvarías…

—Pero no callo y digo mi verdad, no como otros que les duele la cerviz de tan bacines que son. Y ya me callo…

—Como dicen en Puerto Rico: ¡Amén!

—Pues eso, ¡Amén!

 

©Paco Arenas

2 comentarios:

  1. El dominio de la prosa te está haciendo un gran literato y las invenciones de los cuentos te acercan a Calleja Ilustrado.Conectas muy bien mirando a la plaza.Llegará tudía de gloria total.Espero verlo compañero.
    Salud por paquetes.

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    Respuestas
    1. Muchas gracias, Antonio. Solo espero disfrutad haciéndolo el máximo tiempo posible.

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