jueves, 10 de diciembre de 2015

Versos disueltos en azafrán y espliego


 A Castilla
Apenas una sonrisa silenciosa.
La de don Alonso Quijano.
Una maldición murmurada
con los labios entreabiertos
Y los dientes apretados,
de su escudero Sancho.

No hay Dulcinea del Toboso,
Murmura el caballero.
Pobre Teresa mía,
 me creía gobernador,
y traigo las abarcas rotas
y el zurrón vacío.

Los molinos se tornaron gigantes,
Tan crueles como grandes,
devorando hechizos,
 cual lobos hambrientos.
Bajo el sol de La Mancha,
derritiendo los sesos.
Pobre caballero.

—Escoge, Sancho, Amigo:
Entre la pobreza y la miseria.
Que la vergüenza y el deshonor
es patrimonio de caballeros.
—No, mi amo, que no hay mayor riqueza,©
ni mayor honor…
que cabalgar junto a vos.

Triste está Castilla,
Secas estas tierras de La Mancha,
con un puñal clavado
en lo más profundo de la garganta.
Sin dulcineas, ni quijotes.
Con los sueños perdidos,
y las realidades rotas
en cinco pedazos.


©Paco Arenas

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