cuadrilla de segadores |
Después de los nueve meses de invierno, llegaban los tres de
infierno - si el infierno existe posiblemente se parecería bastante a esas
interminables jornadas de siega de sol a sol - La siega en Pinarejo comenzaba antes de junio,
incluso en algunos casos a principios de mayo, dependiendo del estado de la
mies, si está por la climatología se había adelantado o por la necesidad de ir
a echar jornales a otras tierras, cuando las espigas cogen el color dorado que viste de
amarillo las tierras de toda Castilla.
Se segaban primero las cebadas, después los trigos y centenos y por
último la avena.
hoz, dediles y zoquetas |
Así como de la trilla
conservo múltiples recuerdos, poco conserva mi memoria de la siega, lo más a mi padre en los días previos ver preparar y afilar las hoces, comprobaba las zoquetas, los
manguitos, los dediles… o a las mujeres subidas en los carros, no sé el motivo,
recuerdo mujeres tapadas, totalmente con un pañuelo, siendo visibles tan solo
los ojos, con los sombreros de paja, pero apenas recuerdo a los hombres,
tampoco tengo recuerdos de la siega ni de haber sido testigo de tal tarea, solo
lo anteriormente mencionado, los preparativos y a mi padre y a otros hombre renegando y
maldiciendo el avance de las cosechadoras que comenzaban a invadir nuestra
tierra y las veían como una amenaza para los campesinos, mi padre fue uno de
los últimos que utilizaron mulas para labrar, tres o cuatro años después de su
prematura muerte, todas las tierras de Castilla y por descontado de La Mancha celebraba
con tractores y se cosechaba con máquinas segadoras.
Haciendo los haces de mies |
Por tanto estos recuerdos, son más producto de lo que me
relataba mi madre, de sus recuerdos transmitidos de manera oral. Comenzada la siega no existían domingos ni
festivos, ni casi noches, las jornadas eran de sol a sol, descansando solo “el
día de los segadores”, San Pedro y san Pablo, pues era muy importante "darse
aire", de la siega no se libraba nadie, participando toda la familia en la
tarea, aunque yo nunca llegue a segar, por mi edad, si lo hicieron todos mis
hermanos, incluso mi hermana mayor Dolores, poco más y nace segando, muy
prudente ella nació el 29 de junio, “el día de los segadores”, el único día que
paraban por festivo durante la siega.
Los pequeños agricultores procuraban segar cuanto antes sus
cosechas para así integrarse en las distintas cuadrillas que recorrían La
Mancha de un lado a otro, la expresión “ir a segar a La Mancha” lo dice todo,
como si Pinarejo no formase parte de ese territorio de Castilla. Los segadores se alojaban en casa de “los
amos” en cuadras y pajares, que
recibiendo la manutención como parte del
jornal. Era una labor muy dura, a pleno
sol, sin un atisbo de sombra, ya podían dar gracias si existía algo de sombra
para dejar el hato, donde se dejaba el agua, el vino, pan duro y seco, tomates,
sal, aceite, tocino o lo que bien se pudiese.
La ropa con la que comenzaban la siega era con la que
terminaban, cuando esto sucedía los pantalones se quedaban de pie, por la
mezcla del sudor y el polvo. Del sol se
protegían, hombres y mujeres con pañuelos sobreros de paja de gran tamaño. Muchas veces me he preguntado si las personas
de hoy en día seriamos capaces de tal sacrificio, y de si alguna vez seremos
conscientes de la gran valía de aquellos hombres y mujeres que parecían de
acero por su resistencia a pesar de todas las carencias.
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