Nace el campesino coronado
de sangre y barro,
calza abarcas antes de florecer sus sueños
y se arranca de raíz la ilusión
para aplastarla en caminos cenicientos;
como si la luna de la estrellada noche,
estuviese solo para el amo de esta tierra seca.
No es un niño que juega,
es un esclavo de la greda.
Efímera mariposa que crece, muriendo en vida.
Ríe, ama, sufre ¿vive?
Raíces profundas sepultadas
en la tierra que labra son las abarcas que calza.
Mira al cielo desafiante,
aprieta el arado con rabia
con sus ásperas manos que no acarician.
Los senos de su amada.
Maldice esta tierra seca,
cien siglos fermentada con sangre campesina.
Se siente esclavo del barbecho,
que riega con lágrimas adolescentes.
Mira las nubes preñadas de maligno pedrisco.
Malditas nubes, que dan la vida,
que dejará el fruto soñado sin ser cobrado.
que dejará el fruto soñado sin ser cobrado.
¿Cómo, quien se atreve?
¿Dónde está el Dios que le ampare?
Autor : Paco Arenas
29 de mayo de 1985
Poema incluido en el libro :
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