domingo, 3 de diciembre de 2017

Sueños disueltos en gotas de lluvia



Ver las primeras luces de tu vida en silencio, solo roto por la callada sinfonía del agua golpeando los cristales y el fluir del Huécar, sería un placer que no solo los frailes de San Pablo (ahora parador) deberían poder disfrutar. Cuenca es el resplandor del atardecer de cualquier tarde de verano, la frescura en tu rostro con el aroma de hierba mojada en las madrugadas de otoño, el roce de la nieve en tu cara al besar tus labios los copos en invierno, o el despertar de la manzanilla, el tomillo, el romero y el espliego en primavera. Levantarse cerca del abismo del Huécar o el Júcar implica rozar el cielo con los sentidos, junto al calor del hogar con el crepitar de las llamas reflejándose en el pecho desnudo de la persona que más te querrá en tu vida, tu madre. Mamando la cálida teta, sientes la frescura de la lluvia, o tal vez esos copos difusos al otro lado de los cristales, y el fuego ardiendo dentro de ti.

 

Al nacer, al abrir los ojos por primera vez, mirando con un solo ojo desde el abismo de la aterciopelada curva de la teta con tus labios succionando el néctar de la vida a través de un moreno pezón, ves otro abismo distinto al que ve tu madre desde la ventana tras la lluvia.

 

 

 Cada gota de calostro en tus labios, de lluvia estrellándose sobre el cristal, será un sueño por el que tendrás que luchar paso a paso, rompiendo abarcas, chafándote las narices y las ilusiones tras cada tropiezo.  Te levantarás, llorarás o reirás, pero... ¡Copón! Eres el barro y el sudor de aquellos que tenían callos en las manos, la amenaza en la sien y la ilusión en los ojos. No puedes rendirte. ¡Levántate y sigue adelante!

 

Solo avanzarás si te levantas y desafías las dificultades de la vida, incluso si eso implica atravesar los muros de los palacios como nunca lo harán los fantasmas, rompiendo cadenas y candados innecesarios de un amor eterno que dura solo un suspiro.

 

Es necesario traspasar los umbrales de las murallas, cruzar el puente de San Pablo sin miedo a que se hunda bajo tus pies. Si el suelo no es firme, pisa con más fuerza. El barro se moldea, pero tu voluntad no debe hacerlo.

 

 Lucha por tus sueños y verás cómo avanzan, como las gotas de lluvia deslizándose por el cristal, o como la leche de la vida fluyendo por tu garganta a través de ese hermoso pezón que ahora, sin ser consciente, sin la lujuria pecadora, seduces con tus tiernos labios, que un día usarás para pronunciar las palabras más hermosas.

 

Avanza con los ojos abiertos, con tus labios que todavía no han pronunciado «ajo», ni «papá» o «mamá», simplemente mama, ahora mama, luego lucha.  

 

Saciado, déjate llevar por la corriente del río, si tu madre se asoma a la ventana para que expulses los aires, eructa con ganas, respira Cuenca, antes que los purines de las «macro granjas» contaminen ese aire limpio que ahora respiras contra el pecho desnudo de tu madre. Entonces, entre palmada y palmada en la espalda, día tras día, año tras año, verás cómo tus sueños vuelan y se desvanecen, y se confunden con el agua del río.  Antes de que sea tarde, respira, mama...

 

Llegará el día en que tus labios ya no quieran esa teta, y buscarán otros sueños, otros labios en los que depositar sus besos. Los sueños, como el agua de la lluvia tras el cristal, se deslizarán y se mecerán con otras gotas, otros sueños, y se disolverán en las aguas del Huécar, para luego, confundirse con las del Júcar. Solo entonces, busca entre las aguas del río y las brisas de Poniente y Solano, esos sueños que dejaste volar cuando el calostro era tu alimento.

 

La lluvia siempre es vida y la vida es una carrera hacia la inevitable meta de la muerte, pero también del olvido, del conformarte con lo que nunca debieras; por lo tanto, se dejan en el tintero los sueños que iluminaron tu camino. Procura no hacerlo, te pesará, nunca lo olvides… ¿Pero, ¿qué importa eso ahora? ¡Copón!

En Cuenca llueve y la lluvia es vida, alegría, y tienes agua en el botijo, vino en el porrón, pan, queso y tocino en la alacena, y entre tus manos un libro en blanco por escribir. Eres barro y sudor y sangre en las venas: moldea tus sueños, lucha, vive, escribe...


2 comentarios:

  1. Hola,Paco una historia muy buena.Todo tu blog me gusta mucho es muy interesante.

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    Respuestas
    1. Buenas noches Liliana, Muchas gracias. Me alegra que te guste ese pequeño relato o reflexión, escrita de madrugada, y más que consideres interesante mi blog. Te invito a que sigas explorando. Un fuerte abrazo.

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