martes, 17 de mayo de 2016

Sobre los campos secos- Poesía




El arado abre el corazón de la tierra,
con las manos encallecidas 
y la mirada perdida en el horizonte. 
La tierra espera,
la embestida del arado
sin oponer resistencia
generosa,
con húmedo sexo,
espera ser fecundada.


Crepita la sangre de mil jornaleros,
y el sudor salobre de la rabia,
bajo las pobres abarcas. 
Riegan y abonan la tierra
silente que pisan.
Con una mano puesta en el arado, 
 y la otra alzada al cielo,
a Dios rogando,
y a veces, 
con el puño apretado.
piden, gritan, exigen:
Lluvia, lluvia

en abril y mayo.




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