Después de tantos años esperando, podría haberme rechazado de manera
avinagrada. Sobrada razón tenía para ello, abandonada como la dejé en un oscuro
sótano, entonces, apetecible como ella sola, ya madura y lista para provocar
los más excitantes goces y placeres. Brillante hasta en la lúgubre estancia en
que la dejé tumbada, esperando besar mis labios, deseando que saborease cada
uno de sus aromas, empapando mi paladar con su embriagador sabor.
Hoy la he vuelto a ver, no la recordaba, ni podía imaginar que todavía
me esperaba. Permanecía impasible mi
seguro regreso, con su vestido de los diez mil polvos acumulados sobre su
cuerpo brillante, rojo, y a pesar de todo, virgen, con el himen intacto,
esperándome.
He sentido vergüenza, por mi
olvido. Debería haberla besado, pero después de tanto tiempo, me ha costado
hasta rodear con mis dedos su talle, desconfiando de su fidelidad, de su
espera. La he cogido entre mis manos con delicadeza, maldiciendo mi
olvido. La he bañado con la suavidad y
delicadeza que se merecía, mientras mis ojos y labios buscaban penetrarla,
fundirme con ella. Ella, paciente
esperaba, no obstante, su avinagrado desprecio lo hubiese tenido merecido.
He ido penetrándola poco a poco,
muy suavemente, con miedo a hacerle daño, a romper lo que tanto tiempo
esperaba. Cuando su acorchado himen ha desaparecido, mis fosas nasales han
aspirado sus aromas y mis labios han saboreado sus fluidos.
Me he sentido halagado, de que el
tiempo de abandono en mi sótano, en mi vieja bodega, no le haya avinagrado el
ánimo, al contrario, lejos de vengarse está dando un placer inmenso, a este
viejo canoso, eso que ella es una vieja de veintidós años. Ella la vieja
botella de vino Estola Gran Reserva de 1994. Un placer en el paladar. Seguro que más de uno habla pensado otra
cosa.
Durante muchos años tuve un bar en Valencia, el Bar Arenas y al
traspasarlo me quedé con todo el vino, hoy he me he bebido la última botella de
Estola de 1994, pensaba que no quedaba ninguna, creía que estaba malo, y estaba
buenísimo, así que me he imaginado a la botella de Estola de 1994 como si fuese
Dulcinea y yo don Quijote.
No hay comentarios:
Publicar un comentario